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Sanear significa afianzar o asegurar la reparación o satisfacción del daño que puede sobrevenir. Si bien la crisis que atravesamos es integral, profunda y de larga evolución, en la región de Azuero se agravó debido a la contaminación del agua, un problema multifactorial que impone un abordaje coherente para evitar peores consecuencias. En una reunión reciente, los organizadores propusieron, como solución, elaborar un anteproyecto de ley. Tuve el privilegio de conocer al Ing. Roberto Reyna, connotado patriota, de quien citaré únicamente dos de sus experiencias profesionales en el servicio público.
En marzo de 1954, en San José, Costa Rica, se celebró el II Seminario de Ingeniería Sanitaria de Centroamérica y Panamá, auspiciado por la OPS, donde, entre otros temas, abordaron la legislación sanitaria, normas para agua potable y aguas negras, así como la recolección y disposición de basuras. El Ing. Reyna presentó el trabajo: “Incorporación de programas de Educación Sanitaria en los programas de enseñanza de las escuelas normales”. Planteó la urgente necesidad de capacitar a los maestros en el campo sanitario como medio efectivo para lograr, en corto tiempo, la formación de una conciencia sanitaria en el ciudadano. Este trabajo reflejó su convicción sobre la importancia de la educación como herramienta de transformación social, para que la semilla del cuidado y protección del ambiente germine temprano, y que los adultos, con tan solo la instrucción primaria, puedan disponer adecuadamente de los desechos, proteger el ambiente y evitar la contaminación del agua, asegurando una mejor calidad de vida. Una de sus advertencias fue: “Se debe prohibir descargar aguas servidas en ríos, lagos o mares, o en cualquier otro lugar, a menos que sean previamente tratadas de acuerdo con los métodos de la ingeniería sanitaria”.
Entre las conclusiones del Seminario consta el reconocimiento al Ing. Reyna, porque, para ofrecer un mejor servicio en los sistemas de agua potable y de aguas negras, se impone la cooperación del público interesado. Para ello, es indispensable la Educación Sanitaria, “recomendando la adhesión al plan presentado por el Delegado de la República de Panamá, Ing. Roberto Reyna”.
Durante la administración del presidente Ernesto de la Guardia (1956 - 1960), hubo un problema grave con las aguas servidas en la ciudad capital, ya que el acueducto y el alcantarillado solo llegaban hasta la iglesia del Carmen. El presidente creó la Comisión de Acueducto y Alcantarillados Nacionales, actual IDAAN, y nombró al Ing. Reyna, quien asumió el desafío. Vale destacar que, junto al equipo técnico que seleccionó, resolvió el problema. Posteriormente, fue Viceministro de Trabajo, Previsión Social y Salud Pública. Por ello, no es casual que, para aquel entonces, Panamá fuera elegido durante dos años consecutivos como Centro de Adiestramiento en Educación Sanitaria. Hoy, seríamos ejemplo de lo opuesto. Patriota ejemplar, comprometido con la salud pública y la educación, promovió la difusión de la sanidad. En su pensamiento y práctica profesional y docente, fue fiel a la doctrina: “El Departamento de Ingeniería Sanitaria debe vigilar el mantenimiento o restablecimiento de las condiciones naturales de las cuencas hidrográficas que se utilicen actualmente o puedan utilizarse en el futuro, para abastecimientos de agua. Se denominan aguas servidas todas aquellas que contengan sustancias provenientes de toda actividad humana y que afecten las condiciones naturales de las corrientes de agua, lagos o mares, o constituyan de por sí una amenaza, directa o indirecta, contra la vida humana, animal o vegetal. Debemos prohibir la descarga de aguas servidas en ríos, lagos o mares, o en cualquier otro lugar, a menos que sean previamente tratadas de acuerdo con los métodos de la ingeniería sanitaria que correspondan”.
El mejor homenaje que se le puede, y debería, rendir a la memoria del insigne ciudadano, Ing. Roberto Reyna, es revisar su legado y ponerlo en práctica. En este contexto, me permito reiterar la exhortación a todas las autoridades, especialmente aquellas cuyo deber es salvaguardar valores fundamentales como la vida y la salud (Ministerio de Salud, IDAAN, MiAmbiente, tanto a nivel nacional como regional), para que, cuanto antes, integren una Comisión con participación de un ingeniero sanitario, un sociólogo, un economista, un médico y un educador, para que, con pleno acceso a la información, y en un plazo perentorio, rindan un informe con las recomendaciones indispensables para hacer los correctivos pertinentes. Aunque urge sanear la República, hoy postrada por el envilecimiento extremo de un puñado de malos hijos, es menester recordar ejemplos de patriotas que jamás habrían traicionado los ideales e intereses de la ciudadanía a la cual sirvieron, con honor y vocación de servicio.