• 29/06/2014 02:00

La sensatez como saber del saber

Para Sócrates, tal y como lo presenta Platón en algunos de sus Diálogos, existe una virtud de importancia singular, la sensatez. 

Para Sócrates, tal y como lo presenta Platón en algunos de sus Diálogos, existe una virtud de importancia singular, la sensatez. ¿En qué consiste?

Según un diálogo platónico titulado ‘Cármides’, la sensatez consistiría en la capacidad de discernir entre quién sabe y quién no sabe en los distintos ámbitos de los conocimientos humanos. En otras palabras, la sensatez sería un saber sobre el propio saber.

¿Por qué es importante ese saber? Porque nos permite identificar y escoger a los que saben para ayudarnos en temas concretos, y a dejar de lado a los que no saben, pues podrían dañarnos con sus consejos o sugerencias equivocadas.

Aquí radica el reto de toda comunicación, y también sus riesgos más elevados, pues el error y el engaño acerca de los conocimientos que puedan tener otros han sido y seguirán siendo hechos tristemente humanos.

¿Y por qué es importante encontrar a los ‘sabios’? Porque podemos fiarnos de ellos en asuntos de cierta importancia.

Un sabio, sin embargo, solo ayuda si aprende a servir. Por eso, en otro diálogo de Platón, la ‘República’, se invita al conocedor a descender a la caverna, a trabajar por los demás, aunque ello pueda implicar dejar posiciones cómodas y satisfacciones intelectuales propias de la vida puramente ‘teórica’.

Sócrates se lanzó a la vida pública con la intención de ayudar a otros a descubrir lo que él había descubierto: la importancia de la sensatez. El esfuerzo socrático se hizo realidad concreta en la Academia de Platón, y pervive en el esfuerzo de cada pensador y cada científico honestos, cuando buscan transmitir los propios descubrimientos a sus contemporáneos y a las generaciones futuras.

En el mundo de los ‘mass-media’, en el ámbito de la navegación acelerada por medio de Internet y de nuevos ámbitos comunicativos, hace falta el descenso de muchos ‘sabios’ de verdad: de hombres y mujeres que sepan distinguir lo que saben y lo que no saben, y que sepan comunicar con ‘arte’ sus saberes.

El reto es inmenso, y muchos lo han aceptado, pero el camino por recorrer resulta casi infinito. Solo si muchos nuevos Sócrates bajan a la plaza (a los estudios de radio y televisión, a la prensa escrita, a los espacios cibernéticos), otros muchos podrán iniciar un camino hacia el saber, en la humildad del reconocimiento de la propia ignorancia, y en la confianza sincera y dócil hacia quienes ofrezcan un poco de luz y de verdad a los hombres y mujeres de cada generación.

SACERDOTE

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