Hace algún tiempo largo, escrito en México sobre y para mexicanos, que luego fuera “adaptado” a Panamá y los panameños. El artículo versaba sobre los diferentes gobiernos que había habido en México y que básicamente cambiaban los gobernantes de turnos, pero no cambiaba nada más.

En otras palabras, paralelándolo a Panamá, siempre se ha hablado sobre los próceres de la independencia, la primera era democrática, la dictadura militar, los gobiernos que se han venido sucediendo después de 1989 hasta hoy en día y a todos se les ha criticado, a unos más a otros menos, pero siempre se han criticado.

El artículo seguiría diciendo que parece raro que todos son buenos hasta que ganan y luego, dejan de serlo, porque supuestamente no hacen lo que un grupo o el otro “demandan” que se haga. Esta proyección se podría hacer a casi cualquier país de la región; así vemos como un significativo grupo de panameños, anhelan tener a un dirigente como el salvadoreño.

Alguien que no ha respetado la constitución, las leyes, las cortes y que prefirió “cambiar” la asamblea de manera que no tuviera una oposición dentro de ella. Ha silenciado medios, exilado periodistas que no le eran afines, gremios, sindicatos, etc. En otros tiempos en Panamá se le hubiera denominado un dictador... militar o no, dictador en fin. A esa época no quiero regresar yo.

Regresando al escrito al cual hago referencia arriba, no se han puesto a pensar que no importa si es Cuchungo, el Toro, Mireya, Martín, el condenado, el alcalde con banda, el del mapa o el actual, nos seguimos quejando, pero aparte de votar cada 5 años, son pocos los que hacen algo. ¿No será que el problema somos nosotros mismos?

En las elecciones anteriores muchos confiaron en promesas de bando y bando y de los que no estaban en ningún bando. Yo me siento bastante satisfecho por lo que han hecho los diputados de mi circuito, pero me dicen que hay áreas del país, que ni siquiera saben como se llaman sus diputados. Pero sí recuerdan que unos mensajeros de estos les regalaron una gorra y una bolsa de comida, pero después que votaron hasta el nombre de éstos se les olvidó.

Y empezó la quejadera. Hay quienes se quejan con razón, pues no tienen agua potable de manera constante en sus lugares de residencia. Otros, no pueden sacar sus productos a la venta, pues a “alguien” se le olvidó reparar los caminos antes que iniciara la temporada lluviosa. Y otros acompañaron a sus maridos o mujeres a los centros de salud u hospitales como los de Juan Luis, cuando les picó una culebra y no había con que inyectarle lo que se requería para salvarlo.

Regresando al presente, cuantos nos quejamos en el 2023 de los cierres de calles y de la vía interamericana, desabasteciendo el país completo y más recientemente cuando se perdieron cientos de citas médicas y de negocios porque a 17 personas se les ocurría cerrar las vías de acceso y los demás mortales no podían llegar a las clínicas u hospitales o a sus puestos de trabajo. ¿Cuántos millones de balboas se perdieron en estos cierres?

Y si hablamos de perder, lo peor de lo peor fue el criminal chantaje o soborno al que se sometió a la educación oficial, del país. ¡Esto no tiene nombre! Jugar con el futuro de sus propios hijos y los de sus vecinos para apoyar una causa que ni siquiera estaban seguros qué era, pero lo repetían, pues, era lo popular.

Hay quienes han criticado las acciones gubernamentales, las cuales cuando se desarrollaron fuera de la ley, todas deben ser criticadas y debe darse un castigo ejemplar. Pero cuando se dieron para salvaguardar la vida y honra de la ciudadanía a la que se estaba afectando y se hizo dentro del marco de la ley, es encomiable. Mucho pensamos que ya era hora que se actuara con mano firme. No condonamos abusos de ninguna de las partes y asevero que “la ley, aunque dura es la ley” y hay que cumplirla.

Exhorto a todos, a que nos sumemos a recomponer el país. A trabajar juntos (y esto no es un cliché más) porque nuestros niños y jóvenes nos necesitan. La educación y la salud nos necesitan. La ley y el orden nos necesitan. Los negocios y las inversiones públicas y privadas nos necesitan. Amigos... es el país el que nos necesita.

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