• 06/10/2012 02:00

Disfunción social

Cuántos traumas psicológicos o médicos son causados por situaciones conflictivas sociales de repercusiones familiares o personales, que ...

Cuántos traumas psicológicos o médicos son causados por situaciones conflictivas sociales de repercusiones familiares o personales, que definitivamente deterioran la calidad de vida de los ciudadanos. Algunas veces son evidentes, otras semiocultas con raíces aparentemente económicas, educativas, y otras muchas veces desconocidas.

La necesidad apremiante de una transfusión sanguínea fue el inicio de una tragedia que afortunadamente, solo la habilidad y el buen criterio de su manejo por el profesional participante, permitió circunstancialmente superar una situación que había permanecido desconocida y que por el bienestar colectivo, así debería permanecer.

Un padre requería una transfusión de sangre, su hija naturalmente ofreció la de ella. El banco hematológico comunicó la incompatibilidad de los tipos de sangre con la donante. Esto motivó la solicitud de posibles explicaciones a este hecho. La interpretación profesional determinaba que los tipos de sangre no correspondían a una familiaridad genética, es decir no podían ser de ese padre y esa hija. Definitivamente era un problema inmunológico que era comprometedor dar exactas definiciones. científicas. Maniobras y enredos de terminologías, buen uso de la asertividad y la búsqueda de otras alternativas permitieron sortear con éxito momentáneo esta amarga y cuestionable experiencia de orfandad genética.

Este incidente nos hace posible traer las consecuencias que se dan concretamente en la sociedad, accidental o involuntariamente y que ameritan un trato muy especial en el límite de lo justo, para sobrellevar la calidad de la vida de las personas en comunidad.

Crear y criar la vida, máxima función paterna, el divino placer de concebir junto al de amar con romance y erotismo. Los sentimientos encontrados, la circunstancias emocionales, la música, las noches, el enamoramiento, las ferohormonas, la química, los besos brujos, la líbido en un instante hacen y complican los momentos en que Dios sabiamente bendice una concepción. La mujer madre siempre se da a sus hijos y siempre en cualquier circunstancia, siempre serán sus hijos. Así hay que entenderlo, reconocerlo y defenderlo. Ese excelso vínculo es el que tenemos que hacer valer ante las gentes y el mundo. La dedicación, el esfuerzo de criar y su valor de hacer integralmente un ser humano en el tiempo, debe hacernos comprender el rol de la crianza, aún frente a una gestación bienvenida o aún de dudosa procedencia. Esa actitud consciente o no, casual o desconocida, o como sea; es la vida y que hay que admirar y sostener, a pesar de obedecer a disfunciones sociales.

Cuántas diagnosticadas como disfunciones sexuales, no son sino disfunciones sociales. La pobreza o la ignorancia, el hacinamiento, el convivir en la misma habitación con varios hijos de diferentes edades. Parejas que deben mantenerse en la vivienda de los padres. Todos son hechos que definitivamente no son el escenario adecuado para la intimidad de una relación sexual que debe mantener la reserva, la libertad, la comunicación propia de la pareja humana en su amor y sexo.

Los breves momentos de unión, o de soledad, o de silencio que puede robar una pareja al tiempo son muy preciados, luego de las largas horas de trabajo, transporte, caminar a su sitio de descanso. El cansancio, el malestar, los problemas cotidianos, el estrés, las desavenencias intrafamiliares, las limitaciones económica, las enfermedades, las preocupaciones de los niños, sean escolares o educativas o en el hogar, los riesgos del vecindario, el bochinche, el patio limoso, las grandes y pequeñas deudas, los incidentes de las bulliciosas cantinas cercanas, las balaceras de pandilleros, la basura sin recoger, el agua que no llega, la frustrante e impune corrupción, en fin todo ese maremágnum de complicaciones frecuentes de la vida de los barrios marginales, aislados y peligrosos, o en el campo y las comarcas, hacen de la vida un sobrevivir heroico que definitivamente altera la calidad de vida de las gentes.

La inseguridad es un problema prioritario. ¿De dónde vienen los delincuentes? ¿Del desempleo? ¿De los que desertan de la escuela? ¿De los alcohólicos y drogadictos? ¿Y los de cuello blanco? Las estadísticas nos dicen que todos estos factores existen, pero que no siempre son los más relevantes en nuestro medio. ¿Será la falta de familia, que por estar trabajando, y con todo lo expuesto anteriormente, ya no le dedican buena calidad de tiempo a sus hijos?

La Disfunción es social. ¿Es el sistema laboral financiero, es la publicidad engañosa y alienante, son los pésimos modelos políticos, es la escuela que se queda en la instrucción y no insiste sobre valores humanos, cívica, filosofía, ética, hábitos y actitudes?

Sí, los barrios de tolerancia ahora se distribuyen por la ciudad más sofisticados, que las señoritas ya no existen, que las calles de adoquines ahora son de tierra, que a los varilleros los reemplazan las pandillas, ya la discriminación racial no es gringa, al final todos venimos de la abuela Lucy de Etiopia, todos somos afrodescendientes, ya no hay chivas gallineras, pero los metrobuses no pasan, ya no hay ‘hot dog’ a real y la canasta básica ahora es cósmica.

Las disfunciones sociales siguen motivando los dramas cotidianos que llegan a las trabajadoras sociales, a los consultorios médicos, a los maestros y en el peor de los casos a los policías; convertidos en tragedias.

Prevenir, educar, es la fórmula que preconizan la UNESCO, la OMS, la ONU. El repartir mendrugos, el cubrirnos de cemento es bueno y bonito; pero la salud, el bienestar y el desarrollo social se construyen con sabiduría, seguridad alimenticia, justicia, protegiendo el ambiente, y todo esto aplicándolo y activándolo a todos por igual. Esa es una ruta para un Panamá con lo Mejor de lo Mejor para todos vivir bien.

Evite consumir comidas chatarras.

En memoria de Floyd Britton.

MÉDICO Y EXMINISTRO DE ESTADO.

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