• 20/01/2018 01:03

Subsidios: ¿paternalismo o manipulación autoritaria?

La manipulación autoritaria es harto evidente en cuanto a quién realmente beneficia: a las clases comerciante y financiera

En días pasados, participamos —por una fina invitación de la Dra. Raquel Gutiérrez— de un interesantísimo conversatorio sobre el ‘Paternalismo' organizado por la Asociación de Bioética de Panamá.

El tema, según se desprendió de distintas intervenciones, buscaba analizar las repercusiones de prácticas denominadas ‘paternalistas' en la relación social terapéutica, entre pacientes y personal de atención de salud, donde suele aparecer el conflicto entre la voluntad del paciente y los criterios profesionales médicos.

El sociólogo político Harry Brown, invitado a centrar el tema, fundamentó por qué no confundir ‘paternalismo' con populismo, con clientelismo y menos con corrupción; sugiriendo dejar de emplear este neologismo —por lo demás de uso peyorativo— para el que la ciencia ha puesto poca o ninguna atención (a diferencia del Derecho y la Filosofía).

Ciertamente, el término aparece por primera vez en el siglo XIX haciendo referencia al ámbito de las relaciones económicas donde se extiende el trato paternal de un empleador a sus empleados y de gobernantes a gobernados donde supuestamente la racionalidad (singularmente económica) es superada por criterios no racionales. Desde el último tercio del siglo XX, el movimiento empresarial neoconservador (neoliberales) lo ha empleado para descalificar cualquier modalidad de intervención del Estado en la dinámica del mercado y por ende, en la ‘libertad' empresarial.

En efecto, lo dicho por Brown y lo debatido en el conversatorio me hizo retrotraerme a debates que surgieron hace, al menos, unos 40 años atrás, centrados en la relación LIBERTAD-MANIPULACIÓN, en el que caben perfectamente mejores aproximaciones a la realidad de lo que la Bioética busca, que utilizando un neologismo como ‘paternalismo'.

En este sentido, resulta pertinente la idea del teólogo jesuita Karl Rhaner, quien advertía que en principio la manipulación no puede confundirse con toda clase de limitaciones al ejercicio de la libertad, cuando provienen de ‘realidades y circunstancias que preceden a la libertad de todos los hombres, por las leyes de la Física y de la Biología, por todas las leyes fisiológicas y psicológicas a que se haya sometido el hombre, aunque esas mismas leyes puedan en una cierta medida ser a su vez objeto de una acción humana libre transformadora'. (Rhaner, 1971).

Por ejemplo, sabemos que a ciertas edades del desarrollo, nuestros hijos no han madurado las condiciones orgánicas psicológicas para que aprendan determinadas consecuencias de prácticas que los perjudican, asumiendo el ‘padre' acciones correctivas o preventivas sin esperar su consentimiento.

Por otro lado, lo que se denomina ‘paternalismo' puede ser practicado en la medida que quien representa la figura ‘paternalista' ocupa el polo dominante en una relación, en cierto modo de autoridad. Si la manipulación de por sí es un exceso, el ejercicio de esa autoridad deviene en autoritarismo, por lo tanto, estaríamos hablando de manipulación autoritaria, aquello que suele denominarse ‘paternalismo'.

Los críticos neoconservadores de los subsidios, asumen que todo subsidio es una manipulación autocrática que produce perjuicios a todos los que el Estado dice ayudar con estos. La evidencia científica disponible dice que esto es una verdad a medias, por tanto, una manipulación ideológica.

Estudios sociológicos, demuestran cómo se inhibe el desarrollo de un carácter social favorable al ejercicio de la libertad cuando se han entregado ‘subsidios' sin condicionamientos que apunten a resultados buscados de desarrollo personal y social. Por lo demás, un carácter forjado en este escenario se dejará sentir en las relaciones sociales terapéuticas.

En el caso de los subsidios como la tan criticada beca universal y otros dirigidos a clases trabajadoras, estamos frente a una manipulación autoritaria en la medida que no se discriminan sectores sociales, por ejemplo, debería estar dirigida a los estratos de bajos ingresos, o bien, en modalidades que solo se permita el gasto en la adquisición de material escolar, o mejor, que esté dirigido a la compra de alimentos y artículos de salud e higiene personal. Lo observado es que después de cierto tramo de ingresos mejorados, el monto de estas becas y otros subsidios son utilizados para realizar la compra de mercancía suntuaria.

La manipulación autoritaria es harto evidente en cuanto a quién realmente beneficia: a las clases comerciante y financiera. Como antítesis, los subsidios deberían ser condicionados y orientados al efecto buscado en favor de las clases con mayores carencias materiales e inmateriales; no dejarlos a la libre utilización del recurso, sobre todo porque vivimos en un país altamente consumista.

SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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