• 01/08/2017 02:01

Rebelión contra las tareas

Y no es que sea el gran y novel descubrimiento; lo que sí es nuevo son las investigaciones que lo respaldan.

Cada día va en aumento la tendencia de rechazo a las tareas académicas en casa; y el razonamiento tras ello es que conviene más al desarrollo de los niños pasar más tiempo leyendo, jugando, departiendo entre ellos y el resto de la familia, que desperdiciando tiempo en tareas seudoacadémicas improductivas. La tendencia que comenzó en algunas escuelas en Texas, se ha ido esparciendo por los EE.UU.; en donde lo único que piden a los estudiantes es que lean durante unos 20 minutos durante la noche. Una directora de escuela en Marion County en la Florida dijo que adoptó la medida basándose en estudios muy sólidos que demuestran cuáles actividades son más pedagógicas. Y no es que sea el gran y novel descubrimiento; lo que sí es nuevo son las investigaciones que lo respaldan.

Está el caso de estudios realizados por Richard Allington, especialista en la lectura, quien, luego de su investigación, se refirió al tema de la siguiente manera: ‘La calidad del trabajo que se pide en la mayoría de las tareas es sumamente deficiente. Concluyó que era mucho más productivo motivar la lectura y el juego en los niños. Es posible que alguna clase de tareas sea útil, pero la mayoría de lo que vemos carece de valor'. Y qué curioso que en varias ocasiones mi hermano Irving me ha comentado lo mismo referente a las tareas que mandan a los estudiantes en el interior.

Todo ello nos lleva a preguntar la razón por la cual la práctica de seguir asignando tareas sigue en pie. John Taylor Gatto, ganador del premio de educador del año, lo puso así: ‘Hoy día el horario de un joven estudiante anda más o menos así: Se pasan 55 horas de la semana viendo la TV, y duermen otras 56 horas; lo cual deja unas 57 para crecer y ser fuertes y competentes. Pero de ese tiempo, se pasan 30 en la escuela, 8 preparándose para la escuela, y en el ir y venir, y otras 7 horas semanales en eso que llaman ‘tareas'; que no es otra cosa que trabajo de escuela a ser realizado en casa.

Todo ello es una forma eficiente para crear dependencia humana y servilismo en quienes no son capaces de disponer su propio horario; incapaces de darle sentido, placer y emoción a su existencia. Toda esa TV, la misma escuela, y horario atiborrado es parte del drama que constituye una enfermedad nacional'.

Ojalá que la tendencia de eliminar la mayor parte de las tareas para la casa sea el amanecer de la cordura. ¿Acaso no nos importa el estar acondicionando a nuestros hijos a ser adoctrinados como esclavos serviles? Más aún: ¿qué decir de padres de familia que se desentienden de la inmensa responsabilidad que viene apareada con traer a sus hijos al mundo; ¿que en vez de atender con buen juicio su educación, se la delegan a un mal llamado ‘sistema educativo gubernamental'?

Algunos arguyen que las escuelas privadas no son mejores. Será, pero en buena medida debido a que el Estado anda de metiche en lo que no le es propio. La función estatal sana es la de promover la actividad independiente ciudadana y no la de reemplazarla. El tema no es fácil, pero si realmente amamos a nuestros hijos, jamás se los prestaríamos al Estado para que los ‘eduque'.

Hoy, la tecnología nos puede ayudar a reducir notablemente los costos de la educación. Imagínense los recursos económicos que quedarían disponibles si eliminamos al Meduca, y buscamos la manera de usar esos fondos para coadyuvar con la actividad educativa privada ciudadana y no la centralizada gubernamental. Devolver al ciudadano el sagrado derecho a elegir. Promover la competitividad, la diversificación, innovación y estimular la creatividad e independencia. Si la educación ciudadana privada no funciona, ¿creen que la estatal centralizada sí será efectiva?

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