• 11/06/2025 00:00

Tarifas y costos aéreos contraproducentes

La guerra amenaza los bordes limítrofes de Europa y en medio de este clima aterrador, el parlamento de ese conjunto de naciones discute una nueva medida destinada al tránsito aéreo. Se trata de la posibilidad de cobrar por el equipaje menor, es decir, la maleta pequeña que llevan los pasajeros y que suele ser guardada bajo los asientos o en la parte superior de la cabina donde viaja el público.

¿A qué obedece esta descabellada idea? ¿Será que así se aprovechará el fluido tráfico de viajeros en esa parte del continente y de esa manera se sacarán nuevos fondos para pagar la inhumana aventura bélica en que parece se quieren involucrar estas economías como consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania? Hay que recordar que la Unión Europea ha solicitado a sus miembros incrementar los presupuestos de defensa para la actual vigencia.

Esta propuesta constituye la cereza de un agrio pastel que ha caracterizado los últimos años de la actividad aérea comercial y la relación entre empresas y sus clientes. Algunos de los ingredientes del producto concebido reflejan este panorama grisáceo donde cada vez empeora la atención y se encarecen los pasajes y servicios alternos en una tendencia que parece contaminar a las diferentes compañías que se dedican a este negocio.

Esto lo ejemplifica uno de los indicadores de los casos: la nutrición. Quienes tienen más edad y tiempo de viajar en aeronaves, recuerdan cuán opípara era una comida durante un recorrido, no importaba cuál fuera el destino. En la línea nacional más conocida, el personal hacía un ejercicio de rapidez en el viaje Panamá-Cartagena para brindar los alimentos y cuando recogían los platos, ya la nave iba en la parte final del trayecto.

¿Y qué decir de las bebidas? Iban por la cuenta de las empresas anfitrionas y uno podía terminar tambaleante al llegar a México porque los cocteles ofrecidos para el deleite de los usuarios eran diversos y sumamente espléndidos. Ya no es así, no importa dónde vaya uno, solo hay agua, una mínima latita de refresco gaseoso o un vaso de jugo de caja. Ni pensar en disfrutar de una copa de vino por cortesía de la casa.

Los precios del viaje han pasado de dos opciones: primera clase y el resto; ahora se encuentra uno con un conjunto de posibilidades, porque aparte de la tarifa de lujo, el espacio restante en la cabina puede tener varios niveles, cuyo monto depende del lugar en que se siente el individuo, incluso hay un importe en que no se permite viajar con equipaje pesado, sino solo con bolsa de mano. En algunas líneas, al repartir las botanas (snacks) se anuncian platillos que tienen precio.

Los costos no tienen nada que ver con las distancias. Viajar de Panamá a Estados Unidos puede ser más caro que lo que se paga por dirigirse hacia Europa. Tan solo a nivel local se pueden ver las diferencias: trasladarse dentro del país, como es el caso de Panamá-David (Chiriquí) o Bocas del Toro, puede ser más oneroso que de Panamá a Cartagena.

¿Existe una tarifa de jubilados? En principio sí, pero en los viajes internacionales esa información se esconde. En un reciente reportaje sobre el tema, se decía que, en la lista de precios, esto no se indica y el cliente debe preguntar por la aplicación del descuento respectivo.

Sobre este tema, en la línea aérea más prestigiosa del país hay una información al respecto que es difícil de encontrar. Al comprar por internet, piden abrir un laberíntico esquema de pasos, que implica hasta hablar con un empleado para conocer los datos y, entonces, pueda el cliente hacer la compra con el descuento.

Estas medidas de empezar a ver la posibilidad de cobrar incluso por las maletas que hasta el momento eran de acarreo gratuito, parecen abrir una nueva etapa en que los pasajeros deberán pagar tarifas, asumiendo que ellos deben absorber el encarecimiento del negocio de navegación aérea.

*El autor es periodista
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