• 15/11/2020 00:00

'Tomarás borra, hijito, porque se acabó el café' (línea de décima cubana)

Las rosas de ramillete son adictas al café. ¡Hola! Nuevamente y como siempre, buscándole la quinta pata al gato, para preocuparme menos y sobrevivir en estos tiempos dando y recibiendo cariño.

Las rosas de ramillete son adictas al café. ¡Hola! Nuevamente y como siempre, buscándole la quinta pata al gato, para preocuparme menos y sobrevivir en estos tiempos dando y recibiendo cariño. Y las rosas son muy, pero muy cariñosas, ¿saben?, esto lo descubrí desde niño, cuando mi abuelo, Pedro Caicedo Portocarrero, regresaba todas las tardes a la casa con un ramo de flores para mi abuela, Carmen Navas, desde un trabajadero que tenía en Peñoncito de Alcalde Díaz.

Ahora que vivo retirado en una pequeña parcela de Piedras Blancas de La Pintada de Coclé, me he afanado en vano buscando aquella fragancia amorosa de las rosas de mi abuelo. Y mientras la otra cantidad de matas, como papos, jazmines, pulmonarias, romero, espinaca y albahaca, reinan, con las rosas solo he logrado el color, más no la fragancia, apretando los puños por el fracaso, hasta que una señora de acá se enteró de mi pesar y se me apareció con una bolsa hecha de restos de tela de sacos de harina diciéndome: “Oiga, señor, esto es borra de café, que nunca boto, póngasela cada quince días en la pata de sus rosas y Ud. me dirá, tenga fe que a ellas les gusta el café”.

Señores, lo hice el 12 de octubre, y, el 2 de noviembre, amaneció en el patio la fragancia que he buscado por años, que al principio pensé que la espesa neblina de estos días de lágrimas me la había traído, pero no, creo que fue la señora aquella con la borra, que lastimosamente falleció hace un par de días y tenía razón: las rosas son adictas al café.

Esta nueva motivación, como consecuencia de la efectividad de la borra del café, como abono productor de aromas, me ha puesto con mucho gusto, además, a construir una tablilla de tres pies de alto nueve de largo y dos de ancho para los plantones de las rosas de ramillete, de manera que Jerónimo (el perro dueño de la casa y de nuestros caprichos) no las orine señalando enfáticamente su territorio.

Esta vez no utilizaré bolsitas plásticas para plantones, me copiaré de una señora que utiliza, en vez de bolsas, vasitos de “foam”, porque se hace más fácil plantar las matas. Y no tengo que desesperarme tanto, ya que primero hay que preparar el abono (que no es con borra) para que las estaquitas de las rosas echen raíces y para ello tenemos dos opciones, luego de tenerlas en agua por tres días, la primera sería de tierra revuelta con hojas podridas que revuelvo durante los doce meses del año y que permanecen a lo largo de la cerca, una vez separada la cantidad adecuada, la mezclo con mierda de vaca seca para remojarla, la otra alternativa sería la misma tierra, pero con poquita gallinaza (porque es muy fuerte y quemaría las estaquitas). Después, cada cierto tiempo convendría ponerle el poquito de borra de café en los “pies” de las rosas para que brinden el aroma único de ellas.

Economista, escritor costumbrista.
Lo Nuevo
comments powered by Disqus