• 12/03/2024 10:32

Un cafetal llamado “Perú” en Guatemala

En 1929 está a nombre de Nottebohm Hermanos, generaba una producción de ocho mil quintales de café en trece caballerías según el Directorio General

“Finca asentada en 1888 con el nombre “Perú”, tanto en el Directorio como en el Índice de Tierras de Guatemala a nombre de Rafael Díaz. Años más tarde se registra en el Directorio de 1911 a nombre de Fidelia de Castillo. En 1929 está a nombre de Nottebohm Hermanos, generaba una producción de ocho mil quintales de café en trece caballerías según el Directorio General. Es finca nacional en 1946 y se modifica el nombre a “El Perú”. Altura: 3000 pies sobre el nivel del mar” (Periódico de Cultura y de Informaciones, Provincia de San Marcos, Guatemala, 1946).

¿Quién era Díaz? Había sido un combatiente en la Guerra del Pacifico (1879-1883) aunque se ignora en qué batallas intervino. Por sus conocimientos empíricos de agricultura se infiere que conocía como cultivar café y dado que éste se producía en las tierras andinas colindantes con la selva amazónica peruana se deduce que pudo proceder de alguna localidad entre Tingo María y el valle del Pozuzo, es decir, de una franja que tiene 374 kilómetros de largo. Se sabe que llegó a Guatemala en 1884 procedente de la costa colombiana donde encontró las zonas rurales en crisis debido a la debacle del precio de la cochinilla, un colorante natural cultivado en Guatemala que había sido vencido por los colorantes químicos, y por la baja del precio internacional del café entre 1882 y 1883. El gobierno estaba decidido fortalecer los “cultivos nuevos” como el café (incipiente en 1852) que “se localizaban en los actuales departamentos de la Verapaz, Suchitepéquez, ciudad de Guatemala, antiguo departamento de Amatitlán, Escuintla, San Marcos, Sololá y Quezaltenango; en la región oriental solo eran importantes los cultivos de Jutiapa y Chiquimula” (Cazali, 1976) por lo que Díaz decidió aprovechar la oferta de fincas en quiebra escogiendo una que le recordaba su terruño.

Dicha finca estuvo ubicada al oeste del país, en la provincia de San Marcos en la zona llamada El Tumbador. Se desconoce el nombre original del emplazamiento ocupado por la finca de Díaz pero es muy posible que se tratase de unos terrenos que habrían pertenecido a la Iglesia Católica según los alcances del Decreto Nro. 104 del 27 de agosto de 1873 relativo a la expropiación de los bienes eclesiásticos dictada por el gobierno liberal de ese momento. La conducta de Díaz no fue la única, Cazali (1976) señala que “un grupo de emigrados colombianos, entre los cuales se contaba a los hermanos Ospina y a Juan Bautista Vázquez, iniciaron siembras en el oriente del país y en el sector de Cuajinicuilapa; el señor Eusebio Murga en Petapa; en la Paz, Julio Rosignon; y en Sololá, los franceses Brama”.

Díaz se refugiará en el trabajo cuando los pocos sobrevivientes de su familia le comunican que no podrán dejar el Perú. Cazali (1976) registra que, en la provincia de San Marcos, por esa misma época, se tenía una producción anual departamental total de 25,863 quintales de café procedentes de tres millones de árboles, un tercio de éstos en la finca “Perú”. La salud de Díaz se afecta, falleciendo de fiebres quince años después por lo que no alcanzará a ver que hacia 1946, la extensión del fundo había crecido a veinte caballerías siendo su área cultivable 12 caballerías con una producción de siete mil quintales (mil menos que en 1888); su nuevo tamaño la ubicó a 3800 pies sobre el nivel del mar, contaba con planta eléctrica propia y se hallaba conectada a la carretera Tumbador-Nuevo Progreso-Pajapita.

Como muchos fundos agrícolas decimonónicos del país, contaba con “fichas de café” para sus transacciones internas, es decir, para el pago de los jornaleros que recibían estas fichas como salario -en lugar de moneda nacional- que tenían valor únicamente dentro del cafetal y les servía para compras en el almacén de propiedad del finquero; evitando con ello la migración del trabajador. Las fichas creadas por Díaz eran circulares, de 21 milímetros de diámetro, de bronce que en el anverso mostraba la inscripción “Vale 1 Caja” rodeada por seis estrellas. En el reverso tenía la leyenda “Cafetal Perú – Tumbador” con la imagen de una planta de café al centro acompañada por dos estrellas. Esta ficha circuló por cincuenta y ocho años hasta que fue obligatorio el uso del circulante oficial emitido por el Banco de Guatemala.

Sin pretenderlo, Díaz fue parte de las transformaciones derivadas de la exportación de café como el desarrollo del sistema de comunicaciones -incluyendo la habilitación de nuevos puertos-, el establecimiento del sistema bancario nacional y la ampliación del crédito agrícola. Una interesante página de emprendimiento personal peruano dentro de la historia social de Guatemala.

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