• 18/08/2024 16:21

Una mirada al pasado en medio de tanta incertidumbre

Los resultados adversos consecutivos recibidos en las elecciones de 2019 y 2024, han sacado de su órbita al Partido Panameñista.

Hemos quedado desencajados, sin orientación, se puede decir que sin una figura que, como faro luminoso, indique cuál es el rumbo que debemos seguir. La situación es tan complicada, que nuestra bancada de diputados no sigue líneas partidistas y está por la libre, a lo que cada uno de los ocho diputados crea a su conveniencia. Sus votos en las elecciones de la junta directiva de la Asamblea Nacional y de las comisiones de trabajo, han sido duramente criticados en las redes sociales y por la comunidad. Algunos derrotistas piensan que en 2029 no tendremos ninguna oportunidad de levantar la cabeza y que estaremos muy cerca de extinguirnos como partido. Quiero pensar que no es así, pero no puedo negar que lucho día tras día contra mi ángel guardián que me aconseja, “Manuel, cuelga los guantes...”, y he estado a punto de ir al Tribunal Electoral para renunciar del partido que tanta ilusión causó en mí. Entonces me voy al borrador del libro sobre el legado político del Dr. Arnulfo Arias Madrid y busco entre las casi 600 páginas que llevo escritas, para ver si encuentro algún mensaje del doctor que me haga recuperar la esperanza.

Hace poco acudí al acervo diplomático de la Cancillería de la República a investigar lo relacionado al Dr. Arias entre 1940 y 1945, año en que regresó de su exilio en Argentina, y el primer documento que me encuentro dentro de un folder es la copia de unas declaraciones al Diario Ilustrado de Argentina, el 10 de Agosto de 1944. Allí está plasmado su pensamiento americanista, profundamente bolivariano y la razón de su ansia por regresar a su tierra querida. En la parte de sus declaraciones sobre Panamá, dijo: “... Hay malestar profundo en mi país, desasosiego y anhelos de nuevos rumbos. Grupos dispersos se agitan. Movimientos de gran importancia, como el último de los estudiantes, levantan una bandera de reivindicación social, de afirmaciones ciudadanas. Se me reclama, tal cual se me ha dicho, como un símbolo fuera de lo que pueda significar personalmente. Se me requiere para aglutinar esas fuerzas y esas aspiraciones cada día más impostergables. He pesado y medido el sacrificio que implica para mí el regreso. He estudiado cuidadosamente el pro y el contra de esa actuación que se me exige. Como norma fundamental manifiesto mi propósito irrevocable de evitar derramamientos de sangre. No es por eso mi bandera, la represalia torpe. Nuestra pequeñez social no nos permite el lujo de un desplazamiento absoluto de valores ...”.

En cuanto a las huestes juveniles que se agitan, especialmente el estudiantado que clama a grito herido por conquistas primarias, estimo que no se pueden desaprovechar fuerzas tan valiosas ni permitir que las absorba la baja politiquería. Y si todo esto se añade que la conciencia cívica va cobrando alas en toda la república, considero que no puedo negarme al conjuro del deber y el patriotismo. Me he decidido pues, serenamente, a regresar a fin de ocupar mi puesto en la palestra de la gran lucha que se está librando. Volveré sin rencores bastardos. Para mí, los hombres hace rato que no cuentan. La patria está por encima de todos y la noción personalista se esfuma por completo ante ese ideal... Porque el político, a mi juicio, debe ser ante todo, el intérprete de los ideales y el espíritu del pueblo”.

Cuántas lecciones nos da el Dr. Arnulfo Arias con su pensamiento y su ejemplo, que calan profundamente como bálsamo, en las heridas políticas del presente.

El autor es odontólogo, escritor e investigador
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