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- 13/10/2024 00:00
Una sociedad doble moral
Sin ser experto en sociología o psicología, es fácil hacer un pequeño experimento del tipo de sociedad panameña que tenemos al mejor estilo que lo hizo en su momento el sociólogo y médico ítalo-argentino José Ingenieros, en su ensayo “El Hombre Mediocre” (1913), quien abordó la naturaleza del hombre, oponiendo dos tipos de personalidades: la del hombre mediocre y la del idealista, donde también analizó las características morales del hombre y las formas y papeles que estos tipos han adoptado en la historia, la sociedad y la cultura.
De ahí que Ingenieros clasificara al hombre en: 1) el hombre mediocre, caracterizado por su incapacidad para utilizar su imaginación y concebir ideales que le motiven a luchar por un futuro mejor, convirtiéndose en parte de un rebaño sin cuestionar sus acciones o motivos, convirtiéndose en cómplice de los intereses creados que lo mantienen dentro de la mediocridad, siendo envidioso y busca opacar las acciones nobles del idealista; 2) el hombre inferior, quien se presenta como un ser incapaz de adaptarse al medio social en el que vive. Su falta de habilidad para imitar y su insuficiente desarrollo de personalidad lo llevan a vivir por debajo de los estándares morales, culturales y legales establecidos.
Al no poder pensar como los demás ni compartir las rutinas comunes, se encuentra al margen de la sociedad; y, 3) el hombre idealista, capaz de utilizar su imaginación para concebir ideales basados en la experiencia. Busca alcanzar la perfección y lucha por cambiar el pasado en beneficio del futuro. Con la proliferación de las llamadas redes sociales, que llegaron para quedarse, tendríamos que experimentar ahora qué tipo de sociedad tenemos en Panamá, según la clasificación de José Ingenieros, donde tal vez una gran parte sólo repite, es decir, es un hombre mediocre, ya que no cuestiona, no se adentra al fondo de un asunto, repitiendo como papagayo los que los creadores de intereses desean, sin ningún tipo de ideales y, lo peor aún, se dedican por medio de sus comentarios a denigrar, difamar libremente, muchas veces escondiéndose en el anonimato de una cuenta falsa ya sea de Facebook, Instagram o X -antiguo Twitter-. Así, cuántas veces podrían criticar una determinada conducta; pero en cambio, toleran la misma cuando se trate dentro de su entorno familiar, convirtiéndose en una sociedad doble moral.
De lo anterior, observamos lo atinado que fue Ingenieros cuando lanza diversas críticas contra las distintas formas de adaptación, especialmente aquellas que entrañan abnegación y renuncia al pensamiento propio para complacer a un grupo. Sin embargo, también hace una afirmación que resulta ser sabia y liberadora. Señala: “La diversa adaptación de cada individuo a su medio depende del equilibrio entre lo que imita y lo que inventa”. Del breve experimento de observación del comportamiento de los internautas en las redes sociales, deducimos que la educación y el trabajo son dos ámbitos en los que la mediocridad se manifiesta de manera evidente, toda vez que, en el ámbito del sistema educativo, en muchos casos, se fomenta la conformidad y la uniformidad, en lugar de incentivar el pensamiento crítico y la creatividad. Asimismo, en el ámbito laboral, la mediocridad es premiada y promovida mientras que la excelencia y la innovación son ignoradas o incluso castigadas, lo que nos da a entender que estamos ante una sociedad con doble moral.