• 10/11/2008 01:00

Policía vs. criminalidad

Analizando serenamente las dos fuerzas rivales protagonistas en la inseguridad del pueblo “sano” panameño, me encuentro con un enorme de...

Analizando serenamente las dos fuerzas rivales protagonistas en la inseguridad del pueblo “sano” panameño, me encuentro con un enorme desbalance entre buenos y malos.

Primero describamos un poco a los buenos: Escogieron el trabajo porque no tenían nada mejor o porque deseaban ser policías. Pasaron por un entrenamiento muy fuerte para probar su capacidad y disposición. Después de esfuerzos muy difíciles de superar, se gradúan en baja proporción de los que comenzaron, después de varios meses de disciplina dura para el cuerpo, la mente y el espíritu.

Después que les sacan la “ñex”, para filtrarlos y templar a los que quedan, los ponen a trabajar aún internos en pequeños cuarteles separados con turnos a veces desproporcionados. Esta es la prueba final. Los familiares de los policías viven con el credo y la magnífica en el pensamiento para que su policía no sea muerto o lisiado. Cuando al fin salen a trabajar les dan un pesado y antiguo revólver de 6 tiros de dudosa efectividad para que defiendan a todos los panameños.

El salario que les pagan es pésimo y si quieren ganarse algo más para compensar tienen que vender el ínfimo tiempo libre que les dan para hacer custodias adicionales, con remuneración insultante. Si esto no es poco, los medios de comunicación “diplomáticos”, por no decir cobardes y/o mediocres y/o estúpidos, los critican, hasta peyorativamente a veces, bajando su moral y ética, mientras ellos no tienen ninguna. “Posiblemente los culpables de nuestras desgracias, son los medios de comunicación”, les encanta el color amarillo y el bochinche, mientras no los salpique directamente. Mantienen los pueblos adormecidos con telenovelas y publicidad antivalores. El cáncer de nuestras sociedades corrompidas son los medios, mal educados y sin conciencia, sin pensar que el cambio puede comenzar por ellos.

Los policías no saben quienes pueden ser sus enemigos, que incluso pueden estar infiltrados entre ellos o hasta en posiciones privilegiadas, legales, administrativas, en el gobierno o fuera y hasta en otros países. En fin, los buenos son carne de cañón fácil de identificar, evitar y eliminar.

Ahora describamos a los malos: No necesitan ningún entrenamiento específico, basta realizar cualquier fechoría contra el prójimo (entre peor, mejor) en su beneficio personal, por poder, capricho o por escalar. No usan uniformes por lo que no podemos saber quiénes son. No sabemos cuántos son, dónde se reúnen y menos cómo están organizados. Los criminales organizados tienen mucho dinero ilegal que no necesita aprobaciones de presupuesto y pueden disponer de él sin mucho protocolo. Entre ellos los retiros obligatorios lo decide una bala o “accidente”. Pueden adquirir, en cualquier mercado, armas y equipos sofisticados para realizar despiadadas operaciones sin que ciudadanos estúpidos protesten por fuerza excesiva. Pueden comprar fácilmente omisiones y actuaciones y a la mejor prueba de ello le llamamos “Piña”. No tienen horario y pueden trabajar cómodamente cuando sea más fácil para ellos.

Y otras ventajas.

Resumiendo, una metáfora que cae como anillo al dedo: Nuestra seguridad es una pelea de tigre suelto (los malos) contra burro amarrado (nosotros).

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