El Canciller Javier Martínez-Acha indicó que Bolivia tiene que tomar una decisión sobre la petición de Méndez, quien goza de protección temporal
- 09/09/2011 02:00
World Trade Center
PERIODISTA
H ace 10 años estuve por primera vez en Nueva York, una ciudad sobrecogedora por sus amplitud y tamaño, millones de personas se movían a mi alrededor, un verdadero crisol de razas, la capital del mundo no me defraudó, era todo lo que pensaba que debía ser. Sin duda alguna, sus edificios altos son la razón de su predominante dominio, de todas esas estructuras de acero y concreto sobresalían dos enormes edificios situados en la parte Sur de la ciudad en el bajo Manhattan, como la llamaban ‘Top of the World’.
Con los dos edificios llamados el centro mundial del comercio, había quedado impresionado cuando vi King Kong en los años setentas, ‘¿cómo podían construir semejantes torres, supuestamente a prueba de todo?’ pensé, desde que arribé a NY quería ir a verlas, subir al centro de visitantes y constatar que en verdad se podía ver la circunferencia de la Tierra desde el mirador. Postergué mi visita por una semana y fue el día seis de septiembre que me levanté muy temprano, tomé el bus y me fui a conocerlas.
Llegué poco antes de que abrieran las puertas a los turistas, un pequeña fila estaba tan deseosa como yo de que nos dejaran tomar los ascensores, los cuales marcaban del uno al ciento diez. Dada la voz de que ya estaba abierto, comenzó el proceso de venta del tiquete, pagué los trece cincuenta que costaba subir, luego la revisión de seguridad y la correspondiente foto del recuerdo de haber estado allí, una vez dentro del elevador, como toda buena atracción hecha para el público en los Estados Unidos, se veía cómo cambiaban los números cada diez pisos, la velocidad era sorprendente, pero no sentías casi el cambio de altura.
Una vez detenido el ascensor las puertas se abrían en el centro de visitantes que estaba ubicado unos pisos más abajo del área del mirador, había toda clase de recuerdos y conversé con un señor que hacía la limpieza, quien resultó ser panameño, me habló de los años que llevaba allí y lo mucho que la agradaba trabajar en ese lugar, luego se nos incorporó a la plática otro joven, que sentía casi el mismo orgullo de ser parte de ese lugar.
Cortésmente me les escabullí, pues mi objetivo era el ver la ciudad desde este punto elevado y tomar la mayor cantidad de fotos que pudiera y así lo hice, por el lado del río tomé la foto de los dos puentes que conducen a Brooklyn, fotos de la más impresionante maqueta que haya visto de la ciudad de Nueva York, de la sombra que proyectaba la torre, de los edificios colindantes, de la Estatua de la Libertad, la clásica hacia el Empire State Building y subí las escaleras eléctricas para ir al mirador.
Contrario a lo que pensé, el mirador no llegaba cerca del borde, como en el Empire State, sino que era un enorme cuadrado que estaba delineado por una cerca para evitar, me supongo, que algunas personas quisieran emular a las aves, así pues, una daba la vuelta alrededor del cuadrado y sí comprobé que se veía la circunferencia de la esfera que llamamos Tierra. Caminé allí unos 30 minutos a pleno sol, era una mañana fabulosa, como fue durante toda la semana.
Ya extasiado y un poco acalorado, volví al centro de visitantes, compré cuánto pude, le dije al paisano que esto era extraordinario y que lo vería una próxima vez, casi me aferraba a todo lo que tocaba al momento de mi partida, no sabía si quedarme o seguir allí, me resigné y bajé el ascensor, cuando llegué a la entrada principal ya la fila era bien larga, muchos turistas estaban deseosos de subir, caminé un rato por el lobby, vi tanta gente subir por los ascensores regulares, todos serios, con portafolios, caminando apurados, era la hora de trabajar, salí y caminé por la explanada que unía a las dos torres, por supuesto tomé fotos de abajo hacia arriba, impresionado por la dimensión de las estructuras, luego vi un bus esperando y sin más para evitar las dolorosas despedidas subí emocionado por haber estado allí.
Ahora solo me queda orar por las almas de aquellos miles de personas que fueron asesinadas cinco días después de mi visita, por una pequeña horda de intolerantes que lejos de cumplir designios divinos, usaron los más bajos propósitos malignos para hacerse escuchar, gracias a Dios la respuesta que escucharon ellos fue la de repulsión mundial ante su genocida acato de barbarie.