Una pareja de ancianos observa su vivienda dañada en la localidad libanesa de Aita al Shaab, de donde aún continúan desplazados casi dos años después del...

La encuesta Vea Panamá nos entrega una radiografía honesta del país: la ciudadanía atraviesa un periodo de desencanto, marcado por la preocupación económica, la desconfianza institucional y un ánimo colectivo menos optimista que hace quince meses. En julio de 2024 predominaban la calma, la expectativa y el optimismo. Hoy, esos sentimientos han perdido fuerza y han sido reemplazados por la incertidumbre y la frustración. El 63,9% de los panameños percibe su situación económica como mala, y siete de cada diez admiten que sus ingresos no les permiten cubrir regularmente los gastos básicos. Estas cifras no son solo estadísticas: reflejan la tensión diaria de miles de hogares que luchan por mantener la estabilidad. La agenda de preocupaciones está encabezada por la corrupción, el desempleo y el alto costo de la vida. Son los temas que la ciudadanía coloca al frente y que deben convertirse en prioridades para todos los sectores: Estado, empresa privada, sociedad civil y comunidades. Pero esta fotografía, aunque desafiante, también abre una ventana de oportunidades. La encuesta muestra que, pese al desencanto, una parte significativa de los panameños aún conserva calma y expectativa. Ese espacio emocional puede convertirse en un punto de partida para reconstruir la confianza. El país cuenta con fortalezas que no deben pasarse por alto: una democracia que, aunque cuestionada, sigue siendo el marco de convivencia; una ciudadanía cada vez más consciente de sus derechos y dispuesta a expresarse; y un potencial económico que, con políticas acertadas, puede traducirse en empleo y bienestar. El reto, entonces, es transformar el desencanto en acción constructiva. Escuchar a la ciudadanía, atender sus preocupaciones más urgentes y devolverle certezas sobre principios básicos como la igualdad ante la ley y la lucha contra la corrupción. La encuesta Vea Panamá de este diario no es un simple registro de cifras o un golpe para el Gobierno Nacional. Es un llamado de alerta. No solo muestra los problemas: señala el camino. La respuesta está en manos de todos —gobierno, instituciones, empresas y ciudadanos— que hoy tienen la oportunidad de convertir la desconfianza en confianza renovada y la incertidumbre en esperanza.