Ocho días antes de su reapertura la catedral de Notre Dame de París desveló su nuevo “resplandor” al mundo durante una visita del presidente francés, Emmanuel...
La provincia de Colón es noble y trabajadora, y le ha dado al país sus mejores hijos. Desde Pedro Prestán, antes de que fuéramos república en el siglo XIX, a los patriotas del 5 de noviembre de 1903 y los mártires del 9 de enero de 1964, tres de ellos colonenses. Una región con una vasta diversidad ecológica, poseedora de un patrimonio cultural único en el país y con rol clave en el funcionamiento del Canal. En términos económicos, aporta cerca del 18 % del PIB nacional, pero recibe mucho menos de eso en los presupuestos del Estado. Esos méritos deberían convertir a Colón en puntera del desarrollo social del país, pero es todo lo contrario. Se encuentra entre las provincias con más registro de delincuencia y entre las tres regiones con más desempleo, con graves problemas de basura y movilidad urbana. No hay justificación alguna para que la riqueza que genera no retorne en forma de políticas educativas, sociales y de seguridad. La actual situación de Colón, agravada por la mala gestión de algunas autoridades locales y la dañina cultura política clientelar, es una vergüenza. Las cosas no van a cambiar solamente con inversión paternalista; debe ser un trabajo integral junto con todos los actores de la provincia, donde la gente tenga una participación real en la toma de decisiones y ejecución de proyectos. Saldemos esa deuda pendiente con el heroico pueblo colonense.