La Orquesta de Cámara del Istmo, integrada por jóvenes músicos formados localmente, ha demostrado que es posible cultivar un proyecto musical con ambición,...

El país parece estar dando los primeros pasos hacia lo que podría ser el inicio de una salida negociada a la crisis que en la que estamos. El arzobispo José Domingo Ulloa entregó en mano la carta del presidente José Raúl Mulino a los dirigentes del sindicato bananero. En ella, el mandatario manifiesta su disposición a conversar sobre la Ley 45 tras su impacto por la Ley 462 de la Caja de Seguro Social, mientras que el Legislativo se sentó con quienes protestan en el interior del país. A esto se añade que los profesores -en paro desde hace siete semanas- han manifestado la intención de sentarse a conversar. Este gesto, más allá de lo político o lo estratégico, es una señal poderosa: que el diálogo vuelve a la mesa. En tiempos en que el país refleja fracturas sociales de vieja data, el único camino para resolverlo es acercar posturas. Las protestas suman los reclamos por la seguridad social, la justa preocupación por los acuerdos firmados con Estados Unidos y la mina. Sin asumir un optimismo anticipado, es buena noticia para todos que se abran las puertas a la escucha y a la negociación genuina. Hay que reconocer que a la administración Mulino se le han unido todas las tormentas y la mayoría son heredadas, por ello debe imperar la sensatez y la voluntad de diálogo. Los panameños no podemos seguir enfrentándonos como si estuviéramos en bandos irreconciliables. No podemos permitir que el silencio, la imposición o la indiferencia sustituyan al entendimiento. Lo ocurrido ayer no resuelve el conflicto, pero muestra algo igual de importante: que sí es posible dialogar, y eso hay que defenderlo.