Con el relanzamiento de la lotería fiscal, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) prevé a corto plazo aumentar en un 7 % a 10 % la recaudación sobre...

Panamá atraviesa momentos turbulentos y las consecuencias de casi ya dos meses de protestas han afectado gravemente el bienestar psicológico de la población. La incertidumbre, el miedo, la hostilidad en las calles y la sobrecarga de información están dejando una marca profunda en el estado emocional de miles de panameños. La inestabilidad laboral, la violencia creciente, la paralización de las clases, entre otras cosas, no solo afectan los cuerpos: están minando la mente y el ánimo de una sociedad agotada que añora su bienestar. La salud mental ya es una emergencia silenciosa. Ignorar esta realidad sería un error irreparable. El Estado debe asumir su deber de garantizar una vida digna, con apoyo emocional y acceso a servicios adecuados. Pero también es una tarea de la sociedad en su conjunto: en tiempos de crisis la empatía, la tolerancia y el cuidado mutuo es un acto de resistencia. Urge detener la violencia, pero también atender las heridas invisibles que deja. Cuidar la mente del país es también cuidar su futuro.