Los TLC no nos han funcionado

La globalización nos ha hecho un mundo más pequeño y las comunicaciones entre países parecieran entre vecinos de un mismo barrio. Así también nos trajo nuevas reglas del juego con entes como la Organización Mundial del Comercio y los Tratados de Libre Comercio (TLC). Se suponía que todos estos tratados que nos obligaron a reducir los aranceles, traían consigo también el abaratamiento de los precios de los alimentos y otros productos. Desafortunadamente en Panamá, la reducción arancelaria nos ha golpeado enormemente nuestros campos, porque, por un lado, ni han bajado los insumos agropecuarios para producir los alimentos ni los alimentos importados han reducido su precio. El problema es mayúsculo, porque muchas familias que vivían en el campo, han decidido mudarse a la capital o a las cabeceras de provincias, lo que ha provocado un problema serio en la vivienda, rutas de transporte, suministro de agua potable o recolección de basura. No podemos cerrar los ojos, los TLC nos han golpeado. Países como Inglaterra y Estados Unidos ya tomaron decisiones radicales, porque sienten que están perdiendo su identidad como país y sus fuentes de trabajo. Justo esta semana que culminó, el presidente estadounidense, Donald Trump, decidió subir los aranceles del aluminio y el acero, porque quiere proteger su industria y sus fuentes de trabajo. En pocas palabras, estos TLC habría que renegociarlos y hacer de ellos tratados que sean justos y de ganar-ganar para ambas partes, no para un solo lado como ocurre hoy.