La iglesia debe apoyar a su pueblo...

Si el gobierno no actúa en forma que satisfaga al pueblo, al cual se debe, y la opinión y/o actitud del gobierno y sus adeptos hacia la dirigencia de la Iglesia es de descalificación por supuestas ‘críticas’ a su gestión, eso nos habla de una Iglesia comprometida con quien debe... CON SU PUEBLO.

Siempre debe ser así, la dirigencia de la Iglesia es de esperar que en todo momento haga su elección por la justicia, por el respeto a los DDHH e individuales, la correcta distribución de las riquezas, por la existencia de políticas de Estado en beneficio del bienestar general, por el respeto a las leyes, por la transparencia, que es lo que le interesa al pueblo del cual es guía. No se puede pretender una Iglesia que solo mire para sus altares, mientras a los pies de estos su pueblo sufre, descontento, alterado, ofendido, demandando justicia social y judicial. Esa no es una Iglesia que se pueda considerar que actúa según las enseñanzas de Jesús.