‘Los buenos se cansan, y se van'...

Es la conclusión a la que se puede llegar sobre la renuncia del ministro de Desarrollo Agropecuario, Jorge Arango. Lo doblegó, más que la infamada burocracia, la poca disposición de otros a apoyar a quienes llegan al Estado con las mejores intenciones para cambiar el statu quo en beneficio de la población. El sector agropecuario, pese a ser la garantía de alimentación del país, es una de las cenicientas de todos los Gobiernos y requiere de dirigentes que en realidad, además de conocerlo, estén dispuestos a generar los cambios, los diálogos, los programas, las políticas de Estado, no de Gobierno, para hacer rentable el sector y asegurar al pueblo alimentos de calidad y a costos justos. En esto estaremos todos de acuerdo. Pero, cuando se hace un nombramiento acertado, lo ahuyentamos con desautorizaciones y bloqueo a su gestión, además de la prevalencia de grupos que solo ven su propio beneficio. Esperemos que el nuevo ministro pueda seguir con la política de acercamiento y promoviendo los cambios necesarios y permanentes que se requieren hace décadas. Al ministro Jorge Arango , gracias por su trabajo.