La Venezuela que se acaba

Venezuela está cada día más convulsionada y la crisis se agudiza, sin que haya un horizonte claro a futuro. Y es que las posiciones radicales de ambos grupos no dejan espacio para pensar el país. Cierto es que la política chavista ha llevado a Venezuela al borde del colapso, también lo es que antes de Chávez habían dos Venezuelas: la pobre y la rica. Ante una situación tan dispar, lo que cabe es el diálogo y mientras se mantengan las posiciones tan distantes, el único camino seguro es el abismo. Y mientras los venezolanos se hunden en esta vorágine de desasosiego, las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos hacen poco o nada. No se trata de sacar a Maduro o a los chavistas del poder; de lo que se trata es de reconciliar a un pueblo que sufre una situación terrible. Tanto Naciones Unidas como la OEA deben tomar este asunto de Venezuela como prioritario, pues ¿de qué vale asumir una posición luego de que el país caiga en una posible guerra civil? Y es que la posibilidad de un estallido social que conlleve a una guerra civil no es ajena. Es un hecho real y cercano, porque así como van las cosas no hay espacio para la duda. Hay que hacer algo y pronto, de lo contrario todos los países vamos a ser cómplices de una guerra innecesaria. Ya es conocido que lo único que se impone es el diálogo. ¡Trabajemos por la reconciliación de Venezuela!