• 29/05/2017 02:00

Burbuja y realidad...

 Basta de mentiras, despierten antes de que estalle la burbuja o sea demasiado tarde.

El fracaso de la democracia representativa es tan indiscutible como el que la mayoría de los pueblos con tales regímenes, lejos de ser beneficiados por las gestiones de sus respectivos Gobiernos, resultan sus principales víctimas; y el daño es de tal magnitud, que el repudio a los gobernantes y a la mayoría de quienes ejercen y controlan el poder público, es generalizado; el descrédito de los integrantes de los tres órganos del Estado, en quienes reside el protagonismo, es de tales proporciones, que la credibilidad ciudadana es prácticamente nula. Y en este contexto, lo peor que puede ocurrir, en un país a la deriva, es la negación por parte de quienes ejercen la acción de Gobierno, a reconocer los hechos que caracterizan el escenario. La soberbia y el autoritarismo se traducen en peores consecuencias. El rechazo sistemático a las críticas y a los reclamos de la ciudadanía es contraproducente; ya es hora de asumir una actitud receptiva, tolerante y sobre todo de disposición a cambiar, de equipo, de rumbo y de metodología, porque lo que se observa no presagia resultados favorables. Urge que los pocos beneficiarios del poder rompan la burbuja que les impide ver la zozobra de quienes vivimos en medio de tanta inseguridad, violencia e incertidumbre. Basta de mentiras, despierten antes de que estalle la burbuja o sea demasiado tarde.

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