• 07/10/2020 00:00

Eficiencia y productividad

“El Gobierno tiene que volverse eficiente y cada empleado tiene que ocupar su cargo por méritos, no por politiquería […]”

Dice un viejo refrán que “hay que arroparse hasta donde alcanza la manta”. Los sucesivos Gobiernos han hecho caso omiso a estas sabias palabras y, por el contrario, gastan más de lo que tienen. Para 1989 la deuda pública no llegaba a seis mil millones de dólares; en 2020, sin contar los préstamos del actual Gobierno, la deuda pública llegaba a los 30 mil millones de dólares. La razón es que todos los Gobiernos balancean su presupuesto con deuda; es decir, cada año se paga la deuda, pero se contrata más deuda y ese círculo vicioso no permite que se salga de esta vorágine de endeudamiento y peor aún, se aumenta la deuda pública. El Gobierno tiene que cambiar esa fórmula y poner en práctica la eficiencia y la productividad. En primer lugar, el presupuesto debe hacerse en base a los ingresos que recaude el Gobierno y no balancearlo con deuda. Que cada empresa estatal -como el Idaan, la Dimaud, Correos y Telégrafos, etc.- se convierta en una institución que genere dividendos, en vez de ser parásita del Estado. El Gobierno tiene que volverse eficiente y cada empleado tiene que ocupar su cargo por méritos, no por politiquería. Aunque la expresión suena utópica, no quiere decir que no se pueda convertir en realidad. Todo depende de la voluntad de los directores, administradores o ministros de cada institución y que la orden desde arriba sea la eficiencia y la productividad. ¡Así de simple!

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