• 23/02/2021 00:00

Laberinto político

“No hay peor enemigo que nosotros mismos, pero no hay nadie mejor que nosotros mismos para sacarnos de este laberinto político”

La sociedad panameña debe evaluar con seriedad algunos indicadores preocupantes en el país. Tomando como referencia 1990, luego de la invasión, la deuda pública se multiplicó exponencialmente y paralelo a esto, cada Gobierno sale con más desgastes y con una percepción de corrupción muy grande. Que esa percepción de corrupción luego no se compagina con las investigaciones del Ministerio Público y que luego la percepción de corrupción termina golpeando al Órgano Judicial. Es un laberinto político sin precedentes y una especie de círculo vicioso monumental, que sume año a año a la sociedad en un pesimismo abismal. A esta perversa realidad hay que agregar que, durante cualquier período gubernamental, la oposición sea desde los partidos políticos o desde gremios de la sociedad civil, siempre ha sido una crítica mordaz, pero carente de propuestas. Lo que hay que evaluar con seriedad y firmeza es dónde está realmente la falla, porque no tiene sentido que se levante una percepción de corrupción tan fuerte, pero las investigaciones no concluyen en que se haya cometido algún acto de esa naturaleza. Esta incongruencia tiene dos salidas: que los investigadores y jueces se confabulen con los corruptos o que la percepción de corrupción sea solo una ola que levanta la oposición como estrategia para ganar simpatía, al minar la credibilidad del Gobierno de turno. Si esto último es lo que se concluye como resultado de esa investigación, entonces el país está atrapado en ese laberinto político donde la gran perjudicada es la sociedad. Hoy, padecemos de una fuerte desconfianza y un pesimismo sin precedentes que de continuar como vamos, el resultado será fatal. No hay peor enemigo que nosotros mismos, pero no hay nadie mejor que nosotros mismos para sacarnos de este laberinto político. ¡Así de simple!

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