La detención del exdirector del Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (Ifarhu) Bernardo Meneses, escribe un capítulo más en una historia de abusos y degradación de una de las entidades más importantes del país en materia educativa. El Ifarhu se creó en 1965 para impulsar con becas y apoyo a estudiantes destacados, sobre todo aquellos provenientes de los sectores populares, población marginada en una nación con una desigualdad escandalosa. La institución, otrora símbolo de prestigio para la juventud, ahora es sinónimo de corrupción. Utilizada por diputados, políticos y empresarios allegados al poder, sangraron a la entidad con becas injustificadas para personas que podían costearse esa educación en el extranjero. Las investigaciones deben alcanzar a todos los involucrados y no solo al exdirector del Ifarhu, que aparece como un mando medio en una trama de intereses y abusos que alcanzaron las altas esferas. Todos los que desnaturalizaron el Ifarhu deben ir al banquillo, hay que deslindar responsabilidades y dictarles condenas de comprobarse su participación. Que las investigaciones lleguen hasta las últimas consecuencias y sin privilegios para nadie.

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