Un camuflaje que se cae

El interés máximo del país debe ser alcanzar el grado de desarrollo. Esa meta, empero, requiere de la puesta en marcha de una estrategia nacional que tenga como base fundamental la educación. ¿Se está haciendo esto? Definitivamente que no, ya que los sucesivos Gobiernos han priorizado en la inversión pública en megaobras, dejando a un lado la educación. Hoy, mientras la sociedad se debate en una campaña política y donde hay un descontento generalizado por cómo va la economía y la selectividad en la justicia, los grupos económicos están en una lucha intestina peleándose el control económico del país. Son las incongruencias ilógicas, porque ante el público, los voceros de ambos sectores económicos salen hablando sobre la necesidad de mantener la institucionalidad, defender la democracia, la libre empresa y en pro del desarrollo del país. Triste realidad y perverso engaño. Lo peor es que el daño que se hacen no solo afectará a uno o a otro; el daño es contra el país y contra los mismos que hoy se disputan la riqueza nacional. Los ejemplos son tristes si se continúa con esta situación: Venezuela, Argentina, Brasil... Las luchas intestinas de los grupos con intereses particulares, han llevado a esos países a crisis monumentales y quizás a sectores irreconciliables que nadie sabe cómo van a terminar. Da tristeza esta crisis por la que atraviesa el país, pero da esperanza que mucha gente ya está abriendo los ojos y ha empezado a darse cuenta de que muchos de los que hablan bonito no son más que lobos con piel de oveja que solo defienden sus intereses, pues se les está cayendo el camuflaje.