Pesada burocracia

Los contribuyentes en cualquier parte del mundo, deben exigir a cambio de sus impuestos que la llamada cosa pública se administre con transparencia y con eficiencia. Lamentablemente, no es el caso de Panamá. Aquí cada día el Estado recauda más impuestos de los ciudadanos, pero en lugar de tratar de adelgazar el aparato burocrático, la planilla se engrosa cada vez más y más. Es la tragedia del clientelismo partidista, que hace de la política no la tarea noble que busca resolver los problemas de la mayoría de la población, sino que la convierte en una cosa despreciable y desvalorizada, en la que conseguir puestos para los copartidarios es la manera de presumir que se cuenta con una numerosa membresía. Es el autoengaño más costoso. Varios megapartidos inflados a costa del erario han sucumbido en las elecciones. Urge volver a una Ley de Responsabilidad Fiscal en la que se establezca un tope razonable para el gasto de funcionamiento en burocracia estatal inútil. No hacerlo es malgastar dineros que se requieren para atender servicios básicos como la salud, la educación y la seguridad ciudadana.