Benjamín Colamarco Patiño
Soberanía vulnerada
No podemos permitir que se pretendan revivir en pleno siglo XXI, las anacrónicas políticas intervencionistas
‘Quiera el cielo que sean pocos los que continúen vueltos de espaldas a la Patria', sentenció José Martí, pensamiento que viene a mi memoria por la observación de una disminuida capacidad soberana del Estado panameño, a través de su Gobierno, para hacer valer los intereses nacionales y los valores de la República y enfrentar con inteligencia, espíritu patriótico y la resolución templada, los embates de determinadas potencias y organizaciones, que, por decir lo menos, atentan contra preceptos constitucionales básicos, las leyes nacionales y los fundamentos del Derecho Internacional Público.
Lo más preocupante es que los efectos de esta situación, recaen indistintamente sobre ciudadanos, trabajadores panameños, que ven la fuente del sustento de sus familias en peligro, mientras que incluso algunos ya han perdido sus empleos, en circunstancias difíciles y complejas, con un Gobierno que no se da cuenta que hay señales de cuidado por doquier, que la economía se ralentiza y las capacidades productivas en importantes sectores, reflejan los impactos de una incipiente desestructuración por falta de políticas públicas coherentes y claramente definidas, todo sumado al excesivo ‘burocratismo'.
La República no puede soportar el maltrato y la incompetencia de sus más altos funcionarios, no podemos permitir que nuestras ventajas comparativas y competitivas como país, con una privilegiada posición geográfica, se vean mermadas por antojadizas disposiciones del Gobierno Colombiano, en contravención de sendas resoluciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
No podemos permitir que otros países u organismos internacionales, fuera del sistema de la ONU, nos impongan obligaciones y límites no determinadas por la legislación panameña.
No podemos permitir que medios de comunicación nacionales, incluso el periódico más antiguo del país: ‘La Estrella de Panamá', considerada como ‘patrimonio histórico nacional', en cuya redacción dejó la vida mientras escribía una crítica cáustica contra los que ofendían el sentimiento nacional, el insigne periodista y poeta Gaspar Octavio Hernández, se vean amenazados por decisiones ‘administrativas' del Departamento del Tesoro de los EE.UU..
No podemos permitir que se pretendan revivir en pleno siglo XXI, las anacrónicas políticas intervencionistas, las pretensiones neo-coloniales maquilladas hoy con pretextos utilitaristas de doble moral, que viola el principio de justicia, del debido proceso, del sistema de garantías y de imparcialidad.
Pero sobre todo, vulneran la soberanía panameña en el sentido más amplio de su acepción, y tal menoscabo desdice más del interés del Gobierno de asumir una actitud políticamente alineada con el fortalecimiento del bien supremo de la Patria, que es su dignidad y la defensa de sus más caros intereses, íntimamente ligados a quienes nacidos en esta tierra, aspiramos a la esperanza del bienestar y el progreso.
ECONIMISTA, EX MINISTRO DE ESTADO
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