• 24/03/2011 01:00

Panameño escoge panameña

En mis 55 años de existencia he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas extraordinarias. Entre ellas resaltan tres que marcar...

En mis 55 años de existencia he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas extraordinarias. Entre ellas resaltan tres que marcaron mi vida; les hablo de Guillermo Endara Galimany, Ricardo Arias Calderón y Guillermo Ford Boyd. Los tres tienen raíces de aquellos que se jugaron su honor, su existencia y su fortuna en los movimientos que terminaron con la separación de Colombia, aquel 3 de Noviembre de 1903. En 1989 ellos también emularon a sus ancestros al enfrentarse a la dictadura de Manuel Antonio Noriega.

Esta columna se la dedico al ‘Gallo Ronco’, al hombre que hizo popular la frase de, ‘esta vaina se acabó’. Dios le dio un carácter recio, pero acompañado de una gran dosis de humildad, lo que le permitía corregir, casi de inmediato, alguna postura hiriente o una frase mal expresada. Además, lo dotó con una voz extraordinaria y unas manos tan largas, que le daban la oportunidad de abrazar a sus amigos, a sus adversarios y, sobre todo, a las mujeres. Por eso su hijo, Guillermo Ford Sosa, y con razón, entre otras dijo, ‘mi padre fue un enemigo acérrimo de las injusticia, amante de las mujeres y respetuoso de los hombres’.

Dicen que hay cosas malas que se convierten en buenas, en provechosas. Billy Ford sufrió la peor parte de aquellos sucesos cobardes ocurridos en la tarde del diez de mayo de 1989. No me explico cómo un ser humano puede llegar a tanto salvajismo; a los verdaderos triunfadores de las elecciones de mayo de ese año, los premiaban con esa encerrona, donde militares y batalloneros casi le quitan la vida.

Arias Calderón fue el primero en recibir un batazo en las piernas; su equipo de seguridad actuó rápidamente y lo bajaron por Salsipuedes. Endara fue víctima de un varillazo, en la cabeza y sus guardaespaldas hicieron lo mismo. Se lo llevaron cargado y lo sacaron de la escena. En el caso de Ford, su gente intentó introducirlo al auto para llevárselo, pero ese fue el gran error. El Gallo Ronco estuvo a punto de sucumbir; los militares, vestidos de maleantes, se ensañaron contra un hombre indefenso, que solo alcanzaba a lanzar manotadas en un acto instintivo de sobrevivencia.

Él se llevó la peor parte, pero ese hecho lo engrandeció, logrando que el mundo se fijara en lo que ocurría y de paso repudiara, aún más, a los militares y sus serviles políticos. Con lo que sucedió, anteriormente, y con la barbarie del parque de Santa Ana, otros hubiesen corrido a esconderse o pedir asilo en una embajada. No, los tres cumplieron con ese pacto de sangre, de luchar hasta el final, aunque ello le costara la vida.

Esa trilogía de valientes nos legó una patria libre; nos devolvió la democracia, la justicia y la libertad perdidas.

Los que ahora gobiernan deben reflexionar sobre este legado y preguntarse si están haciendo lo correcto para fortalecer el sistema institucional.

En vida, Ford indicó que la peor de las democracias es preferible a la mejor de las dictaduras. Fue un hombre que rechazó ofrecimientos de aquellos golpistas del 11 de octubre de 1968 y de inmediato se puso al servicio de los civilistas que luchaban contra el rompimiento constitucional. Él nació un 11 de noviembre de 1936; estuvo 11 días como presidente encargado, en 1994, y murió el 19 de marzo de 2011.

El lector se preguntará qué relación tiene el título de este artículo. Durante la campaña política de 1989, los militares y sus secuaces políticos, montaron una campaña donde acusaban a Endara, Arias y Ford de estar vendidos al imperio norteamericano. Los estrategas del candidato de los cuarteles, Carlos Duque, comenzaron a pegar afiches y a decir en los medios que el panameño escoge a panameño. Frente a esa propaganda, Guillermo Ford, al calor de un acto de masas en el parque Andrés Bello, palabras más palabras menos, dijo: ‘miren cómo actúan nuestros adversarios; que se dejen de payasadas y de desviaciones, panameño no escoge a panameño, panameño escoge a panameña y aquí tengo a la mía’. Acto seguido abrazó a su esposa ante el aplauso de todos.

Amigo Ford, usted vivió a su manera; lo hizo de forma intensa. Los que seguimos en este valle de lágrimas siempre lo recordaremos como el hombre que no claudicó, como la persona que luchó hasta ver a su patria libre.

*SECRETARIO DE PRENSA DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA.

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