• 06/05/2011 02:00

Oppenheimer: de sujetos sociales y educación superior

Con el ánimo de contribuir a la lectura objetiva del valioso ensayo periodístico de Andrés Oppenheimer, ¡Basta de historias!, expongo en...

Con el ánimo de contribuir a la lectura objetiva del valioso ensayo periodístico de Andrés Oppenheimer, ¡Basta de historias!, expongo en esta ocasión lo que la mirada científica social hace imperativo despuntar, a saber: que para que se logre una mejor calidad educativa (núcleo de la obra citada) hace falta cierto tipo de sujeto que lidere ese proceso y hace falta, también, cierto tipo de sujeto que ejecute las transformaciones requeridas.

En el libro referido, hay un capítulo dedicado a lo que se hace en Finlandia en materia de educación, país que llama la atención porque figura en los primeros lugares del ranking de competitividad internacional; está en el primer puesto en el ranking de los países más democráticos del mundo; es el país MENOS CORRUPTO según el índice anual de Transparencia Internacional. A la par, de acuerdo al autor en cuestión, ocupa el primer lugar en los resultados de los exámenes internacionales que miden los conocimientos de estudiantes en matemáticas, ciencias y lenguaje. (Oppenheimer, 2010)

Pues bien, la respuesta dada por la presidenta de ese país a la interrogante sobre cuál era la razón de esos logros fue, que se esforzaron en un ‘sistema educativo gratuito y en la investigación y el desarrollo de nuevos productos’ (Op. Cit). Ahora bien, esta respuesta pertinente al interés periodístico, requiere otra de interés científico: Cabe decir, que desde el punto de vista sociológico, esta razón sería impensable sin la presencia de sujetos sociales comprometidos con tales propósitos, a nivel de la dirección del proceso global; es decir, de las autoridades políticas gubernamentales e institucionales y a nivel del proceso operativo, entiéndase, los docentes.

Referido al nivel de los docentes, la entrevistada afirmó que la clave estaba en, por un lado, ‘EL EXCELENTE NIVEL DE CAPACITACIÓN DE LOS MAESTROS’ (léase, el exigente nivel de formación) y por otro, en que ‘LOS MAESTROS GOZAN DE UN ESTATUS SOCIAL ESPECIAL EN ESTE PAÍS: RECIBEN UNA BUENA PAGA’. (Ibídem)

La lección está más que clara: si queremos una educación de calidad en Panamá, al margen de los recursos financieros correspondientes, es ineludible poseer docentes de calidad; pero para que esto ocurra se hace imprescindible una buena paga, léase: remuneraciones y condiciones de trabajo mejores que la actual. Esto, razonablemente exigido por nuestros docentes.

El nudo gordiano de esta dialéctica, no obstante, impone una secuencia absolutamente necesaria con la que no contamos: instituciones de formación de docentes caracterizados por su calidad. Aclaro que me refiero a las instituciones, no a los individuos que las constituyen, los cuales, en no pocos casos, cuentan con la calidad necesaria.

Por lo antes dicho, la realidad nos impone iniciar un proceso que incluya la renovación total de las entidades universitarias que son formadoras de docentes; piénsese en las Facultades de Educación (Educación primaria, preescolar, media y especial), de Humanidades (Inglés, Español, Educación física, Geografía, entre otras) de Ciencias Naturales (Biología, Física, Matemática y otras) de las Ingenierías (Informática, Tecnologías y otras), pues, no solo de las facultades de Educación provienen los docentes de nuestro sistema escolar.

Pero la moraleja cierra el círculo, cuando reconocemos que las instituciones no alcanzan la calidad económica, ambiental y socialmente requerida si no se cuenta con un tipo de sujeto social con capacidad renovadora a nivel de las autoridades gubernamentales e institucionales. La presidenta nórdica lo destacó, al señalar que: ‘Para tener una buena educación, debes tener un buen gobierno, que no sea corrupto, y que destine los impuestos que se recaudan a la educación’. (Op. Cit.)

Sin duda, la lección dada por esta estadista, se extiende a los sujetos que gobiernan nuestras universidades públicas: si éstos, no son capaces de erradicar la impunidad predominante en los casos de manejo del patrimonio institucional utilizados para provecho personal (denuncias públicas de irregularidades en ventas de terrenos millonarios de la institución; de contrataciones millonarias asignadas a proveedores vinculados a vice rectores; utilización de transportes de las Facultades en rutas comerciales, contratación sin sentido racional ni académico de personal administrativo con jugosos salarios, venta fraudulenta de diplomas, utilización de recursos institucionales para campañas de candidatos reeleccionistas, entre otros), entonces resultará contradictorio suscitar un proceso de renovación hacia una educación de calidad.

Por lo tanto, se requiere de un sujeto dirigente distinto al existente, con capacidad para superar esta contradicción. Lo demás, según nos insinúa Oppenheimer, sería continuar echándonos historietas de ‘excelencia académica’, ‘universidad del siglo XXI’, ‘universidad preocupada por los problemas nacionales’ y otras frases huecas sin aporte real a una educación de calidad. ¡Basta de Historietas!

*SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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