• 08/05/2011 02:00

No podía ser otro que Karol Wojtyla

N acido en el seno de una familia panameña católica cristiana, desde pequeño escuché hablar sobre los santos, entre ellos Don Bosco, San...

N acido en el seno de una familia panameña católica cristiana, desde pequeño escuché hablar sobre los santos, entre ellos Don Bosco, San Martín, San Judas Tadeo, situación que me llevó a preguntarme, cómo serían sus vidas cotidianas, quienes tuvieron la dicha de conocerlos y ser testigo de sus espirituales e intachables vidas cristianas.

Pero jamás me imaginé que el Supremo Creador me regalara también la hermosa experiencia de ser testigo de la ascensión a los altares de Juan Pablo II. Cuántas personas pasaron por este mundo sin la experiencia de sentir y darle seguimiento con lujo de detalles a la santificación de un ser humano que convive normalmente en un espacio y tiempo con sus semejantes; es decir, no es un ser que vino de otro mundo, no es un extraterrestre, es un terrícola, un homo sapiens y que gracias a su misericordia, espiritualidad y apego a las leyes de Dios, se convierte en santo.

Es unas de las vivencias más hermosas que me hayan podido ocurrir en mi vida, en vista de que, en el año de 1982, tuve la dicha de visitar Cracovia y entrar a las iglesias en donde Karol Wojtyla se hizo sacerdote, arzobispo y cardenal, compartir la fe que se vive en esa cuidad, en donde los domingos nadie se queda en casa, todos los caminos conducen a las iglesias y así poder participar de la santa misa dominical.

Qué difícil es soportar al comienzo de la vida cuando aun se es niño o muy joven, tanta adversidad, tragedia, como la pérdida de toda la familia y, por otro lado, la invasión alemana cercenando la libertad de su pueblo; sin embargo, en ningún momento siendo niño o joven Karol se amilanó ante los golpes recibidos, por el contrario, mantuvo su fuerza espiritual respaldada en su gran amor a la Virgen María y el Divino Creador.

Pero es que tenemos que entender que Dios lo seleccionó para que fuera lo que fue y lo que es hoy día. Poseer esa gran sabiduría, ese don de diálogo, de convicción, de esperanza, de fe en que las cosa van a mejorar y el bien se impondrá sobre el mal, son otorgadas por Dios a los hombres de buena voluntad para que puedan cumplir con las misiones que se necesitan para tal fin.

El hecho de que Karol Wojtyla fuera Papa, no fue casualidad, es un designio de Dios, no podía ser otra persona la escogida que este humilde siervo. Polonia a través de su historia ha sido un pueblo totalmente dominado por fuerzas extranjeras como lo fueron los Zares, Hitler y por último, los comunistas; Es por eso que ese niño polaco sufrido, que perdió a su madre, hermano y padre, quedando huérfano a temprana edad, no podía morir en las manos del ejército hitleriano, es por eso que en el Vaticano se escogiera un Papa no italiano, y es que el Señor lo designó para lograr esa gran conversión del Este europeo y liberarse del yugo comunista (ateos) y al mismo tiempo acabar con la guerra fría.

Es por eso que el atentado perpetuado a Juan Pablo II, no tuvo consecuencias mayores, porque la Virgen María, a la cual Karol Wojtyla le tenía una enorme fe, lo protegió; recuerden que uno de los tres secretos de la Virgen de Fátima tenía que ver con la conversión del bloque del Este al cristianismo.

Primero se necesita ser siervo, luego venerado y después beato, para alcanzar la santificación; Para logra la santidad debe ocurrir un gran milagro adicional a los ya acaecidos; pues, no solo ocurrirá un milagro más, si no, que vendrán muchos.

Algo que nos llamó poderosamente la atención, es el hecho de que a pocas horas de diferencia de su beatificación, se ubicara a Osama Bin Laden y se eliminara de la faz de la Tierra a ese ícono maligno, propulsor del mal, que precisamente tanto combatió su santidad, el Papa Juan Pablo II, a través de la palabra, el peregrinaje, la humildad, la misericordia, el respeto al prójimo, la honestidad y tantos otros valores humanos.

No sé cuándo otro Papa que posteriormente a su papado se convirtió en santo, visitará Panamá, pero de lo que sí estoy seguro es de que su llegada en 1983 y bendición al suelo istmeño, todavía está presente en el corazón de muchos panameños, luego de haberles cambiado el rumbo de sus vidas para bien.

La época en que vivimos está repleta de tecnología en comunicaciones, que han logrado que estemos tan cerca de Karol Wojtyla durante toda su trayectoria, como si estuviéramos muy cerca de él, como si fuéramos vecinos, lo que ha permitido una empatía hacia su santidad de todas las personas creyentes alrededor del mundo, aunque unos estén más lejos que otros en relación a Roma, hogar de Karol Wojtyla en su etapa de Papa.

Ya me imagino en unos cuantos años, luego de su santificación, todas las iglesias panameñas querrán tener en su seno la imagen del santo que nos regaló Dios en el tiempo en que estuvimos en este mundo terrenal.

Gracias Señor, por permitirme ser testigo de la vida y muerte de su santidad Karol Wojtyla, JUAN PABLO II.

*INGENIERO AGRÓNOMO.

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