• 16/05/2011 02:00

El callejón de la corrupción

Si nos preguntamos cómo es que llegamos a este punto, por el momento no pudiera señalar el instante preciso. La impunidad es la columna ...

Si nos preguntamos cómo es que llegamos a este punto, por el momento no pudiera señalar el instante preciso. La impunidad es la columna que sostiene el momento. Algo sucedió a inicios de 1990 cuando, después de la invasión del 20 de Diciembre de 1989, los nuevos gobernantes se dieron a la tarea de 1— poner la ‘supuestamente’ destruida economía nacional en marcha; 2— crear un aparente escenario democrático y, 3— satanizar los 21 años anteriores cuando el país fue gobernado por los militares y el PRD.

Los grupos políticos y económicos que asumieron el poder obviaron la necesidad de hacer cambios estructurales significativos en el ejercicio del poder en Panamá. Faltaron luces largas. Faltó decisión, faltó un sentido general de reestructuración de todo el sistema político y social que necesariamente apunta a cambios fundamentales en lo educativo y cultural. Pero ante todo se concentraron en lo económico y han hecho mofa de las propuestas que la sociedad civil ha promovido. Los problemas se atacan de raíz y qué mejor momento para rectificar el rumbo de una sociedad que el que se dio con la invasión. Veintiún años después, ¿qué tenemos?

En 20 de junio del 2007 Ngozi Okonjo—Iweala, ex ministra de Finanzas y Relaciones internacionales de Nigeria, expuso el tema: ‘Corrupción: mitos y realidades en el contexto de un país en desarrollo’ (Corruption: Myths and Realities in a Developing Country Context), en un evento auspiciado por la Institución Brookings y el Centro para el Desarrollo Global. La ex ministra presentó argumentos de significativo valor contextual sobre los problemas de corrupción en las naciones en vías de desarrollo. En muchas instancias, dijo, ‘el debate sobre la corrupción se centra en la corrupción económica en casos como los de la captación de renta, fraude en los procesos de contrataciones y despilfarro en los presupuestos gubernamentales...’.

Ngozi también sostuvo que: ‘la corrupción política, particularmente relacionada a las finanzas de los partidos y a las finanzas de las campañas políticas, gradualmente se viene constituyendo en un reto de proporciones mayores en los países en vías de desarrollo. (...) Los partidos políticos y el proceso político en las democracias emergentes, invariablemente tienden a caer en corrupción’. Me preocupa, dice la ex ministra, ‘que la corrupción política en sus formas más perniciosas se esté apropiando del continente africano mientras se buscan los mecanismos para emular de los países occidentales, los procesos de control de los financiamientos a las campañas políticas, pero sin la fortaleza en las instituciones fiscalizadoras para su salvaguarda’.

Todos los sistemas políticos experimentan momentos de corrupción y períodos que han significado para ellos algún grado de retos para su supervivencia. Pero este tiempo parece un callejón sin salida en Panamá. Si la pregunta fue ¿dónde estamos después de 21 años de invasión?, la respuesta la vemos a diario y nos debiera dar vergüenza habernos dejado llevar por este camino que nadie, a ciencia cierta, puede predecir cómo va a culminar.

Las propuestas que sugerí en un artículo a inicios del año electoral de 2009 están vigentes. Descabelladas o no, tal como titulé, proponen la reflexión sensata para los que queremos un país de personas honestas que trabajan por el bien común y no una clase política cuestionada y dudosa en medio de infraestructuras fatuas y presuntuosas.

En resumen, proponía: 1— ‘Que los partidos políticos se tomen el tiempo y muestren interés en educar, tanto política como intelectualmente, a todos sus candidatos a puestos de elección. No tiene nada de malo invertir en educación política y mucho menos en educación cultural y social’. 2— ‘Que los medios no alimenten la actividad politiquera (...) Que no promuevan la descalificación caprichosa y fácil de un adversario sobre otro. Los medios deben abstenerse de promover el lleva y trae pueril, la demagogia y las pretensiones de aquellos candidatos que, con la entrega de insumos temporales a gente necesitada, pretenden impulsar su imagen política. Qué interesante sería que los dueños de los medios acordaran iniciar el verdadero desarrollo cultural de la nación, y renunciaran al modelo actual para asumir el liderazgo mediático en la educación y elevación cultural de la población’. Y 3— ‘atrevámonos a candidatizar ‘humanistas’, hombres y mujeres que ven como primordial para la nación no sólo su desarrollo económico, sino también, y mucho más importante, su desarrollo social y cultural. El modelo actual nos encamina a la destrucción social’.

Llama la atención que en las encuestas los panameños no ven la corrupción como un problema primordial. A eso hemos llegado y cada vez se hace más difícil la construcción de una mejor sociedad. Inmediatamente debemos trabajar con diligencia en la reconstrucción de los esquemas culturales y sociales que permitirán una mejor vida en sociedad.

*COMUNICADOR SOCIAL.

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