• 13/06/2011 02:00

Incremento de la criminalidad

A pesar de las estadísticas que expone la Policía Nacional, de disminución de la criminalidad, muchos comentan que se percibe lo contrar...

A pesar de las estadísticas que expone la Policía Nacional, de disminución de la criminalidad, muchos comentan que se percibe lo contrario. Sería irresponsable de mi parte afirmar, sin prueba alguna, que la realidad sea la una u otra, pero sí queda claro que existe un alto grado de criminalidad, háyase o no incrementado con respecto a períodos anteriores.

Hagamos un ejercicio, partiendo del supuesto de que la percepción pública y no las estadísticas policiales sean la realidad.

¿A quién achacaríamos la responsabilidad? ¿A qué se debería tal incremento? ¿Cómo revertir los resultados?

En Panamá sufrimos una seria escasez de valores, originada principalmente por deficiencias educativas de hace más de treinta años y, además, a consecuencia de una serie de leyes socialistas promovidas por las instituciones internacionales regidas por burócratas de izquierda. Ejemplos: ahora son los menores quienes controlan a sus propios padres y maestros, en vez de lo contrario; los menores asesinos gozan de inmunidad; los delincuentes, aún los capturados infraganti, tienen toda clase de protectores, hasta en contra de los propios policías que arriesgan sus vida tratando de cuidarnos —y sin que importen las consecuencias a sus víctimas—, basándose en supuestos derechos humanos, pero sin exigirles ningún deber. Por razones religiosas no se permite la esterilización de mujeres ni la educación sexual amplia y ello conduce a que muchas tengan hijos enfermos, sidosos, sin padre conocido y hasta indeseados por sus propias madres que, irremediablemente, caen en delincuencias; no se permite a los menores trabajar bajo el falso ‘idealismo’ de que se dedicarán al estudio, pero muchos, sin padre ni madre, no tienen las condiciones mínimas para estudiar o sencillamente no les interesa, y la falta de recursos los conduce al ocio, al vicio, a buscar familia y protección dentro de las pandillas y al no permitírseles trabajar, la delincuencia es su única forma de mantenerse. A los morosos con el Estado se les condona las deudas, como burla a los responsables que sí cumplen, etc. etc., pues habría mucho más.

Y así, otras que se emiten muy lejos de la realidad mundana, bajo el supuesto equívoco de que vivimos en un planeta paradisíaco donde la sola emisión de leyes modificará el comportamiento humano y no lo contrario. El resultado es el altísimo costo que todo ello tiene en los presupuestos nacionales. Es algo así como suponer que la pobreza, en cierto modo promovida por la iglesia en su parábola del camello y la aguja y la de ‘opción preferencial por los pobres’ se debe únicamente a que algunos nacieron para ser pobres y no por la forma de vida que escogieron llevar, excepción hecha de los enfermos que nos regale la naturaleza.

En mis más de ochenta años de vida jamás había visto una policía tan organizada y activa contra el crimen, con todas las herramientas modernas recién adquiridas: carros, motos, armas, lanchas, aviones, helicópteros y entrenamiento de personal, pero que, además, está efectuando un eficiente trabajo de persecución a delincuentes, como lo podemos presenciar en los noticieros de televisión; internándose constantemente en áreas rojas en su búsqueda.

¿Estaríamos los panameños dispuestos a pagar más impuestos para poder aumentar el número de unidades policiales?

Más aún, el mismo hecho de que estén capturando toneladas de droga que transitan por Panamá rumbo a los Estados Unidos y Europa, produce escasez y, por ende, aumenta el valor de dicha droga, lo que, a su vez, incrementa las guerras entre bandas que se efectúan ‘tumbes’ entre sí, con las consecuentes muertes que son las que comúnmente están ocurriendo.

No olvidemos el hecho de que la propia policía está integrada por panameños que ya vienen culturizados con las deficiencias que hemos mencionado producto de la pobre educación, que, afortunadamente, ya empieza a corregirse.

*EMPRESARIO.

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