• 11/02/2012 01:00

Correcciones políticas

Hoy, la política y los políticos lamentablemente tienen su prestigio demeritado. Pertenecer a un partido y actuar de acuerdo a su ideolo...

Hoy, la política y los políticos lamentablemente tienen su prestigio demeritado. Pertenecer a un partido y actuar de acuerdo a su ideología, hoy resulta un riesgo de ser calificado de acuerdo a la percepción general en términos negativos, y para muchos es preferible mantenerse distanciado.

El ejercicio de la política como función ciudadana de participar para el bien común, de poner la experiencia obtenida, la capacidad profesional con eficacia y de sus firmes posiciones sostenidas con carácter y valiente verticalidad dan la credibilidad y la valorización para ser reconocidas por sus membresías y la población. La honorabilidad ganada con honestidad, austeridad modestia, humildad y méritos obtenidos en la calle, en el trabajo y el sacrificio; son aspectos que se ganan, en el tiempo y trayectorias demostradas. Y dan la autoridad moral para las críticas constructivas y recomendar orientaciones ajustadas a los estatutos y principios fundamentales que se concreten en la honestidad, la capacidad y la unidad.

Los liderazgos obtenidos con dinero, donaciones o arribismo son efímeros y los electores rápidamente los detectan, viniendo a ser a veces ‘congos’ y figuras de frágil permanencia. Los celos de liderazgo, los intereses personales que debilitan las posturas, la mercantilización de los partidos, el amiguismo, la falencia de transparencia, el aislamiento de las bases, la incomunicación deriva a desviaciones y desuniones que restan la estimación ciudadana y el apoyo electoral. La sociedad, los gremios, los independientes tienen un papel importante en el bien común, mientras se mantengan en ese objetivo y no se polaricen en la defensa exclusiva de sus intereses locales económicos o de grupos.

El contribuir a la cultura cívica y ética ciudadana lleva a una auténtica y real felicidad para las mayorías, sin exclusiones, brindando las posibilidad de oportunidades de superación especialmente a los más postergados y humildes (indígenas). Allí tienen cabida la responsabilidad social empresarial, la sabiduría, la razón, los cristianos y marxistas, los justicialistas, socialistas, los progresistas por la excelencia, para una felicidad social para todos. No caben los egoístas, los arribistas, los juegavivo, los salvajes del comercio, la codicia, la corrupción, la extorsión, la violencia, la explotación de los trabajadores, la destrucción del ambiente, las ansias de mantenerse en el poder para controlar la economía y los espacios de influencias, el materialistas consumistas, la soberbia, la vanidad y la mentira.

En el pasado se ha utilizado la soberanía y la dignidad como motivaciones nacionalistas que desviaron a parte de la población; pero al seguir ingenuamente las estrategias extranjeras y no reunir las condiciones para esas reivindicaciones; al final solo sirvieron para permitir imposiciones que siguen coartando nuestra soberanía y que siguen exigiendo modificaciones de los tratados del Canal. Una tarea en que debería participar, como antes, toda la ciudadanía, inclusive la corriente política que por el juegavivo narcomilitarista nos llevó nuevamente a ser protectorado (ya con una invasión). La autocrítica, el enmendar errores y el retomar los objetivos del 9 de Enero del 64, es una tarea histórica de altura y unidad nacional que esta aún pendiente. En este trágico episodio quedaron muertos, muchas familias arruinadas y traumatizadas social y psicológicamente, y un severo daño histórico que aun esperan justicia y enmienda e indemnización para sus víctimas.

Concretamente muchos temas pueden caber hacia estos objetivos de superación nacional: una constituyente, el congelar los precios de los productos de primera necesidad, la producción agraria para la seguridad alimenticia, una justicia expedita y sumaria, una educación masiva en valores, la independencia frente a las presiones monetarias internacionales, pero sobre todo superar la calidad humana de toda la ciudadanía.Ni las comparaciones, ni los modelos son buenos métodos. Pero si algo nos puede servir como huella en el camino ha sido el presidente Endara. Al margen de lo que no se logró hacer en algún momento y que puede ser causa de justas críticas; su honestidad, su clara visión de lo que había que hacer en el momento que le tocó vivir, su objetivo de unidad nacional, su sólida acción democrática y los procedimientos de conducción y de ejecución de su equipo de gobierno nos puso en la ruta que hoy está dando sus beneficios. Destaco la honestidad y la democracia de su gabinete, que hoy le están haciendo falta al país.

Revuelvo la minada y siento espanto cuando no veo el camino. Caminante no hay camino. Con queja de indio y grito de chombo, al ver a la patria en sus recuerdos y su historia hoy sin hojas, sin verdor; nos debe llevar a la lealtad de los principios fundamentales. No a nombres ni publicidades, ni encuestas, sino a las metas sociales de desarrollo humano para todos en Unión Justicia y Libertad para un Panamá Mejor.

Cuente en Balboas.++--

MÉDICO Y EXMINISTRO DE ESTADO.

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