• 12/12/2025 13:16

Pasado, presente y futuro de la educación y formación dual en Panamá

Durante la colonización española (1519-1821), la educación en Panamá adquirió un carácter dual desde sus inicios: institucional y formal, controlada por órdenes religiosas como jesuitas y agustinos, con énfasis en la evangelización y la castellanización de indígenas y criollos. La Escuela Javeriana (fundada en 1700) y seminarios como San Agustín (1612) combinaban estudios teóricos (teología, filosofía) con prácticas laborales básicas para preparar clérigos y mano de obra colonial, como cazadores o guerreros adaptados al sistema español. Esta etapa sentó las bases de una “formación dual” informal, donde el aprendizaje teórico se complementaba con habilidades prácticas para el mercado colonial, aunque restringida a élites y con fines evangelizadores.

En el período de unión a la Gran Colombia (1821-1903), la educación enfrentó estancamientos por conflictos políticos, pero surgió un mayor enfoque en la formación técnica. Líderes como Manuel José Hurtado impulsaron escuelas primarias con currículos que incluían aritmética, geografía e historia, junto a oficios prácticos, respondiendo a las demandas del comercio transístmico. Sin embargo, la formación vocacional era limitada, con énfasis en la educación rural y artesanal para el campesino panameño.Tras la independencia de Colombia en 1903 y el Tratado Hay-Bunau-Varilla con EE.UU., Panamá priorizó la educación como herramienta de soberanía y movilidad social.

La Primera Asamblea Educativa Panameña (1913) estableció bases para una educación gratuita y obligatoria en primaria, con un enfoque paternalista inicial que evolucionó en los 1920s hacia un modelo progresivo, diseñado para “asistir al individuo ambicioso en busca de ascenso social”. Se crearon escuelas vocacionales para oficios como agricultura y comercio, integrando teoría y práctica para reducir el analfabetismo (del 70% en 1923 al 28% en 1950).

La Constitución de 1941 y la Ley Orgánica de Educación (Ley 47 de 1946) consolidaron la gratuidad en primaria, normal, vocacional y secundaria, ordenando acceso basado en aptitud y vocación. Esta ley introdujo explícitamente la “formación profesional dual” y el “contrato de aprendizaje”, regulados por una ley especial futura, junto a institutos rurales para estudiar la vida campesina y adaptar la educación a necesidades laborales.

Así, la década de 1940 marcó el tránsito de una educación religiosa a una vocacional estatal, alineada con el desarrollo industrial incipiente.En las décadas de 1950-1980, el sistema educativo se expandió con énfasis en la educación no formal para adultos y desertores escolares, incluyendo cursos vocacionales en agricultura, artesanías y comercio. La influencia estadounidense post-tratado fomentó modelos prácticos, perola formación dual permaneció incipiente. Durante el gobierno de Omar Torrijos (1968-1981), se impulsaron reformas para alinear la educación con el desarrollo nacional, aunque priorizando la primaria universal.

El punto de inflexión llegó en 1997 con el Decreto Ley 4 de 7 de enero, que reguló formalmente el Sistema de Formación Profesional Dual. Esta ley definió la EFD como un convenio escrito entre formadores (empresas o centros) y aprendices (14-20 años, extensible), con 20% teoría y 80% práctica remunerada (70-100% del salario mínimo, más seguridad social). El INAFORP, se convirtió en el ente rector, financiado por el sector privado, para combatir el desempleo juvenil y alinear competencias con el mercado.

El contrato de aprendizaje incluyó un período de prueba de 3 meses y beneficios fiscales para empresas, inspirado en modelos europeos para promover “trabajo decente” (ODS 8).En los 2000s, reformas como la de 2010 fortalecieron la acreditación universitaria (CONEAUPA) y enfatizaron habilidades técnicas, dividiendo el año en trimestres y actualizando currículos. El gobierno de Ricardo Martinelli (2009-2014) impulsó el Programa Panamá Bilingüe, integrando EFD en idiomas y logística. Bajo Juan Carlos Varela (2014-2019), se licitó el primer instituto técnico bilingüe (2015) y se expandió la oferta dual en sectores como agroindustria y turismo.

La pandemia (2020) aceleró la virtualización, pero también resaltó brechas. En 2021, se inició una mesa de trabajo para modificar la Ley 4/1997, adaptándola a la economía digital. Bajo Laurentino Cortizo (2019-2024) y José Raúl Mulino (2024-), el INADEH reactivó programas duales en 2018, completando cohortes en mecánica automotriz y logística, con alianzas como Nestlé (2023). En 2025, con financiamiento del CAF ($55 millones), se construyen centros de formación en gastronomía, hotelería y TIC, capacitando a 21.000 aprendices anuales, y Panamá preside la Red de Institutos de Formación Profesional (REDIFP).

La inserción laboral supera el 80%, reduciendo el desempleo juvenil del 18% (2020) al 8.9% (2023). Este enfoque busca alinear la formación profesional con las demandas del mercado laboral, reduciendo el desempleo juvenil y fomentando el desarrollo de competencias específicas. En un contexto donde Panamá enfrenta escasez de talento en sectores como el automotriz, logística, hotelería, agroindustria y TIC, la EFD se ha posicionado como una herramienta clave para el crecimiento económico sostenible.

La Educación y Formación Dual (EFD) en Panamá es un modelo educativo que combina la enseñanza teórica en instituciones formales con la práctica laboral en empresas, inspirado en sistemas exitosos como el alemán o suizo. Su desarrollo histórico está estrechamente ligado a la evolución general del sistema educativo panameño, que desde la época colonial ha priorizado la evangelización y la formación básica, evolucionando hacia enfoques más inclusivos y orientados al mercado laboral en el siglo XX. Aunque la EFD como sistema formal surge en la década de 1990, sus raíces se remontan a iniciativas de formación vocacional y técnica impulsadas por la independencia nacional y las necesidades económicas del país.

La historia de la EFD en Panamá refleja la transición de una educación colonial religiosa a un sistema inclusivo y laboral, impulsado por leyes como la 47/1946 y la 4/1997, y fortalecido por alianzas público-privadas. A pesar de desafíos como el ausentismo (20%) y brechas digitales, ha contribuido a cerrar la escasez de talento en sectores clave, fomentando equidad y crecimiento.

La EFD está regulada principalmente por la Ley 4 de 1997, que establece la formación dual profesional como un sistema educativo dirigido a personas entre 14 y 20 años, aunque permite su extensión a mayores de 20 según las necesidades nacionales. Esta ley define la alternancia: aproximadamente el 20% del tiempo se dedica a la teoría en centros educativos y el 80% a la práctica en empresas, donde los aprendices reciben un salario y cobertura de seguridad social, alineándose con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 4: Educación de calidad, y ODS 8: Trabajo decente).

El principal ente rector es el Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (INADEH), que coordina los programas, certifica competencias y colabora con el sector privado. El sistema educativo panameño, según la Constitución y la Ley Orgánica de Educación de 1947 (modificada), integra la EFD en el subsistema no regular, accesible para quienes abandonaron estudios formales o buscan reconversión laboral. A nivel regional, Panamá participa en marcos como el de Cualificaciones para la Educación Superior Centroamericana (MCECSCA), que promueve la alternancia entre centros educativos y empresas.

El INADEH ha reactivado y expandido la Formación Dual desde 2018, con proyectos piloto que han crecido significativamente. En 2025, se reportan avances notables:

1. Generaciones activas: Cuatro cohortes completadas, incluyendo tres en Mecánica Automotriz y una en Logística. Para este año, se inician programas en Hotelería y Turismo, Agroindustria,y Tecnología de la Información y Comunicación (TIC).

2. Alianzas público-privadas: Empresas como Nestlé Panamá (acuerdo con INADEH en 2023 para formación especializada), El Machetazo (en Logística) y otras del sector automotriz participan como “empresas monitoras”, ofreciendo contratos de aprendizaje y beneficios fiscales.

3. Modalidades: Los aprendices alternan entre clases teóricas (valores, habilidades sociales y conocimientos básicos) y práctica laboral. Un ciclo típico dura 3-4 meses iniciales intensivos,seguido de inserción en empresas.

A nivel superior, programas como el MBA Dual Degree de la Universidad Francisco Marroquín (UFM) en alianza con Tulane University incorporan elementos duales, aunque enfocados enposgrados empresariales.

¿Cuáles son los Beneficios y Resultados?

1. Inserción laboral: En el sector automotriz, el 84% de los graduados de 2025 obtuvieron empleo formal, con el 95% de participantes sin experiencia previa. Esto representa la primera oportunidad laboral para muchos jóvenes, reduciendo el desempleo juvenil (alrededor del 8.9% en 2023).

2. Impacto económico: Contribuye a cerrar brechas en sectores clave; por ejemplo, Panamá necesita 6.000 profesionales en TIC, pero solo gradúa 2.000 con competencias adecuadas. La EFD fomenta el “aprendizaje haciendo”, mejorando la pertinencia curricular.

3. Inclusión social: Aborda desafíos como el ausentismo escolar (20% de alumnos) y la crisis de aprendizaje post-pandemia, beneficiando a poblaciones vulnerables.

La Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (CCIAP) impulsa centros de formación dual para promover la colaboración academia-empresa, mientras que la Alianza Regional para la Formación Dual (OIT/Cinterfor) apoya proyectos en América Latina, incluyendo Panamá. A pesar de los avances, persisten retos como la revisión de la Ley 4 de 1997 para adaptarla a la economía digital y la necesidad de más inversión en infraestructura. Oportunidades incluyen la expansión a más sectores y la integración con planes nacionales como el Estratégico de Gobierno 2019-2024, que prioriza educación y tecnología.

Hace unos días nada más, la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), relanzo su Escuela de Aprendices, la misma que en tiempos de la Panama Canal Commission (PCC), era popularmente conocida como la Apprentice School. En ella se formaron varias generaciones de artesanos y técnicos profesionales panameños, que conformaron la fuerza laboral altamente técnica que operaba y mantenía la vía interoceánica y que inclusive algunos llegaron a ocupar altos cargos operativos-administrativos.

Este hecho notorio en la sociedad panameña constituye un llamado de alerta ya que la ACP, se ha visto en la necesidad de reabrir su Escuela de Aprendices, después de varias décadas de haber permanecido cerrada. Esta es una clara señal de que las instituciones educativas responsables de la EFD no han sido capaces de proveer los aprendices requeridos por el Canal de Panamá, en términos de cantidad y calidad. En resumen, la EFD en Panamá no solo es una respuesta a la escasez de talento y oportunidades de empleo para los jóvenes, sino un catalizador para el desarrollo humano y económico sostenible.

La EFD requiere de una gran Alianza Público Privada, basada en los más altos intereses de la patria y que quede reflejada en un Sistema Nacional Integrado de Educación y Formación Dual. Sin embargo, la experiencia acumulada por la ACP nos demuestra que la empresa privada o estatal, bien puede desarrollar una Escuela de Aprendices e implantar la modalidad dual por cuenta propia y sin el concurso del sector educativo formal. A contrario censo, las instituciones educativas formales no podrían desarrollar una Escuela de Aprendices en modalidad dual, sin el concurso de la empresa privada, los gremios empresariales y consejos del sector privado.

La educación y formación dual en Panamá ha pasado de ser una iniciativa intermitente y dispersa, donde cada nivel del Marco Nacional de Cualificaciones (MNC) podía dotarse de su propia ley sin que exista una aproximación sistémica, a un pilar estratégico para alinear la formación académica con las necesidades del mercado laboral, impulsada por un nuevo marco legal y la colaboración entre el sector público y privado.

La EFD en Panamá debería apuntar hacia una verdadera alianza Público-Privada y hacia un sistema nacional integrado que incluya los niveles 3, 4, 5, 6, 7 y 8 del MNC, con las pasarelas necesaria para la movilidad entre los diferentes niveles del MNC, constituyéndose así en un catalizador para el desarrollo humano y económico sostenible del país.

*El autor es profesor, consultor y emprendedor
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