El 18% de la población panameña padece una discapacidad: la prevalencia se dispara después de los 50 años

De las viviendas particulares ocupadas, 307,645 residen al menos una persona con discapacidad

La Segunda Encuesta Nacional de Discapacidad en Panamá ha revelado cifras contundentes que confirman la existencia de importantes brechas y vulnerabilidades en el país.

Los resultados traducen la realidad de la población con discapacidad en números que deben ser una alerta para las políticas públicas.

La prevalencia de la discapacidad se sitúa en el 18% a nivel nacional. Esto se traduce en 781,478 personas que viven con algún tipo de discapacidad, lo que equivale a uno de cada seis panameños.

De las viviendas particulares ocupadas, 307,645 residen al menos una persona con discapacidad. Esto significa que 23 de cada 100 viviendas ocupadas tiene un miembro con discapacidad.

Zonas más impactadas

Provincias como Panamá, Coclé, Panamá Oeste, Guna Yala, Herrera y la comarca Ngäbe-Buglé superan el promedio nacional. La mayor prevalencia distrital se concentra en áreas como Aguadulce, La Pintada, Olá, San Miguelito, La Chorrera, San Lorenzo, Las Minas de Herrera y Tolé, lo que indica una clara correlación con los niveles de postergación.

La discapacidad se incrementa significativamente a partir de los 50 años, con un predominio marcado del sexo femenino.

La mayor incidencia corresponde a la discapacidad de órganos y sistemas, consistente con los procesos de envejecimiento (más relevante después de los 50 años), seguida por la física, intelectual, visual, de comunicación, mental y, finalmente, la auditiva.

Condiciones socioeconómicas y laborales

Los datos revelan una marcada disparidad en la situación socioeconómica.

La población general ocupada es de 59.1% y ganan alrededor de $5,340. Mientras que la que presenta alguna discapacidad alcanza los 27.6% con un salario promedio de $3,105.

La diferencia subraya las barreras del entorno para la inserción laboral.

El análisis de ingresos muestra que la población con discapacidad se concentra en el primer y segundo quintil de menores ingresos, indicando una mayor vulnerabilidad económica.

Educación y Salud

La segunda encuesta también refleja que los niveles de escolaridad más bajos o la ausencia de escolaridad son más relevantes en la población con discapacidad. El 66.7% de este grupo se queda en el nivel primario o secundario, evidenciando una brecha en el nivel de escolaridad más alto aprobado.

La mayoría recibió atención en policlínicas, centros de salud y hospitales públicos/regionales. Solo el 1.9% recibió atención en el Instituto Especializado.

La razón principal por la cual las personas no recibieron la atención que necesitaban fue la falta de dinero (42.3%), lo que corrobora los hallazgos socioeconómicos. Un 25.4% citó otras razones como discriminación, largas distancias o problemas de transporte.

El entorno como barrera

El estudio subraya que la discapacidad es una construcción entre la condición y el entorno.

Solo el 10.1% de las personas con discapacidad perciben su entorno como facilitador, frente al 45% de la población sin discapacidad.

El 74.2% de las personas con discapacidad indicaron barreras en su entorno inmediato.

Entre los dominios que se perciben como barrera son: servicios de salud (44.7%), transporte (42.0%), espacios públicos (40.0%) y espacios Comerciales (35.0%).

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