• 17/02/2012 01:00

De Ironman, tranques y otras consideraciones

El domingo pasado en la mañana, nos encontrábamos en Coronado esperando que se nos unieran dos de nuestros hijos, quienes viajaban desde...

El domingo pasado en la mañana, nos encontrábamos en Coronado esperando que se nos unieran dos de nuestros hijos, quienes viajaban desde Panamá, cuando nos enteramos de sus vicisitudes, causadas por la Madre de Todos los Tranques que se formó en la vía hacia el Interior por el Puente Centenario, causado por los cierres a la altura de Burunga y del Puente de Las Américas, con motivo del evento Ironman 70-3.

Fue tan molesta la situación que uno, luego de estar ‘trancado’ por horas, decidió regresarse y el otro tomo cuatro horas en arribar a Coronado, cuando en condiciones normales el trayecto tomaría algo más que una hora. Lo más crítico de esta situación fue la flagrante ausencia de agentes de la ATTT y Policía, descuidando su labor de agilizar el tráfico vehicular y disminuir las incomodidades que los tranques ocasionan. ¿Estarían presenciando el Ironman? ¡Seguramente!

Lo anterior es ejemplo de una situación endémica en nuestra sociedad; ilustra la ausencia del sentido de consideración y responsabilidad hacia el ciudadano común del mal llamado ‘servidor público’. No creo posible que cuando se diseñó la ruta de Ironman, los responsables de esta labor en la ATTT y la Policía no se hayan percatado de los efectos negativos que causarían para el conductor en giro hacia el Interior o divulgar de manera masiva las futuras medidas de tráfico con mucha anticipación y su efecto para los conductores. No los considero tan negligentes, pero sí insensibles hacia el efecto que sus decisiones tendría sobre los conductores hacia el Interior. De tener algún grado de sensibilidad social, amén de sentido de obligación como ‘servidor público’, hubiesen actuado distinto. Solo en Panamá suceden cosas como estas. Por eso insisto en opinar que somos un país surrealista o ¿de ‘congos’?

Los comentarios anteriores no solo se aplican al caso particular del tranque fenomenal causado por el Ironman, es un mal genérico, que en mi mejor entender es el resultado de la interacción de dos modalidades de comportamiento social. Uno, la evidente ausencia del sentido del buen servicio y compromiso social hacia el ciudadano de nuestros funcionarios públicos. Muestran este comportamiento, porque no existe temor a las consecuencias de incumplimiento.

Rara es la ocasión de funcionario público que muestre genuino interés en el bienestar del ciudadano. Más grave aun, raros son los gobiernos dedicados al servicio y bienestar del ciudadano común.

Todo sucede porque hemos abdicado nuestros derechos ciudadanos ante la Clase Política. Nuestra dependencia en acción gubernamental contribuye a la permanencia de este fenómeno, más aun cuando exigimos que este resuelva hasta el más trivial de nuestros problemas. Esa dependencia, que gobiernos populistas y demagogos estimulan, nos hace daño. Un ejemplo de la vida real es el caso de ciudadanos quejándose de que matorrales vecinos a su casa y veredas se convierten en guaridas de acecho de maleantes ‘que roban y violan a nuestras mujeres’ y exigir al gobierno que intervenga limpiando los lotes; cuando un grupo de vecinos organizados, con machetes en mano, en pocas horas podrían cumplir esa labor y eliminar el peligro. Sucede cuando no utilizamos nuestro poder de consumidor y permitimos el mal trato de taxistas y Diablos Rojos y aumentos arbitrarios de tarifas. Sucede cuando nos entusiasmamos por determinados candidatos y no exigimos, una vez electos, que cumplan con sus promesas de campaña para las cuales los elegimos y lo continuamos haciendo una y otra vez cada cinco años.

La solución final a la situación está en nuestras manos. Es iluso pensar que la Clase Política va alegremente a abandonar su privilegiada y cómoda posición. Tenemos que salir de nuestra ‘anestesia social’.

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.

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