• 24/02/2012 01:00

Carnavales

C uaresma es un periodo en que, según los dictados de la Iglesia, se debe practicar el ayuno y abstinencia. El Carnaval tiene sus orígen...

C uaresma es un periodo en que, según los dictados de la Iglesia, se debe practicar el ayuno y abstinencia. El Carnaval tiene sus orígenes en la práctica de la época antigua de comer, beber y divertirse de lo mejor en anticipación de ese periodo ausente de celebraciones y del buen beber y comer.

A pesar de estar asociado con la Religión Católica, el Carnaval tiene raíces anteriores a la Era Cristiana; se cree que los Carnavales de la Italia Medieval tuvieran sus orígenes en los festivales Saturnalia y Bacchanalia de la Roma Antigua, dedicadas al Dios del Vino, Dionisio, para los griegos y Baco, para los romanos, y las orgías que conllevaban dichas celebraciones.

No existe consenso sobre el origen del vocablo, ‘Carnaval’. Algunos lo asocian con la expresión del italiano, ‘Carne levare’, ‘eliminar carne’. Otros del Latín ‘carne vale’, ‘adiós a la carne’. Ambas expresiones asociadas con la práctica de no comer carne durante la Cuaresma. (Viendo las escenas de casi nudismo que se observan en el Carnaval de hoy, pareciera que su significado moderno es ‘Viva la Carne’).

Algo que desconozco es el origen de los ‘culecos’ ni la etiología del vocablo, aunque me imagino maliciosamente de donde proviene; quizás alguno de mis lectores me podrá ilustrar sobre estos temas.

Admito que en una época de mi vida disfrute mucho de los ‘culecos’ en Chitré, cuando aún era una celebración entre amigos y familia, muy lejos del grado de vulgaridad, obscenidad y peligrosidad en lo que hoy han degradado, particularmente en los barrios populares de nuestra ciudad, cuando, peor aún, son promocionados por nuestros políticos y autoridades. Desafortunadamente, ese nivel de degradación ha alcanzado ciertos pueblos y ciudades de nuestro Interior, salvo notables excepciones. Ese desenfreno masivo, que se observa en los Carnavales de hoy, tiene resultados traumáticos: divorcios, riñas, accidentes, muertes; y genera el particular fenómeno de aumento en la natalidad exactamente nueve meses después, cuando se produce la mayor demanda del año de salas de parto en los hospitales a nivel nacional.

Tampoco conozco el origen de la costumbre de la ‘mojadera’, pero si guardo recuerdos de mis primeras experiencias con esta tradición. Descubrí la ‘mojadera’ en La Atalaya, donde pasaba los veranos de mi niñez y adolescencia. En Chiriquí de esa época no se celebraban Carnavales, se celebraban las fiestas del Patrono, San José, en marzo, como se continúa haciendo. La celebración de Carnaval en Chiriquí es evento de recién data y, creo, se celebra solo en Alanje y Dolega.

En La Atalaya de mi niñez no había ‘culecos’ y los varones mojábamos a las mujeres y viceversa. Se dudaba de la inclinación sexual del hombre que mojaba a otro hombre y le gritan toda clase de improperios, especialmente llamándolo ‘mojón’. Más adelante, siendo ya un adolescente, disfrute en Ocú de mi primer Carnaval. Como toda primera grata experiencia, aun lo recuerdo bien.

He tenido la fortuna de haber presenciado Carnavales en varios países, tan famosos como el de Venecia, con sus hermosos disfraces de época y las famosas mascaras. Sin embargo, de todos ellos, nada tan espectacular como los de Port-of-Spain, capital de Trinidad y Tobago, donde residí en la década de los 1960.

Trinidad y Tobago es un país extraordinario, con una rica cultura multiétnica, siendo de las más ricas economías de nuestro hemisferio, excelente destino turístico, pero tristemente desconocido por la mayoría de los latinoamericanos. Sus Carnavales con sus comparsas, espectaculares disfraces y carrozas, fuerte rival al Carnaval de Río, su música (Calipso, Soca) y las famosas orquestas de tambores de acero (‘steel bands’) tienen fama mundial. Vale la pena visitarlo.

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.

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