• 30/03/2012 02:00

La atracción del poder

D efinir la naturaleza del poder, es uno de los temas más relevantes en el debate sociológico. Determinar si su naturaleza es constructi...

D efinir la naturaleza del poder, es uno de los temas más relevantes en el debate sociológico. Determinar si su naturaleza es constructiva o permisiva, dado que el poder puede ser visto o percibido como un conjunto de formas de obligar la acción humana, pero también como lo que permite que la acción sea posible. Es decir, precisar si el poder permite el avance o retroceso del accionar humano.

Pero además, según Paulo Freire (sociólogo), ‘El poder debe alojarse en la cabeza del dominado y llevarle a considerar como natural, lo que desde el nacimiento se le está imponiendo’. El debate sociológico lleva a la conclusión de que el ejercicio del poder es endémico en los humanos, como seres sociales y gregarios que son.

Así las cosas, observamos que el poder puede ser detentado u obtenido por diferentes medios. Por ejemplo: la fuerza, ya con violencia o coacción. Existe la consideración de que el origen de todo poder es la violencia. Por tal motivo, Weber señala que ‘El estado es aquella comunidad humana que ejerce (con éxito) el monopolio de la violencia física legítima dentro de un determinado territorio’.

De allí que también se considere que ‘todo estado es represor’. También encontramos otros mecanismos o formas de poder como la persuasión, la autoridad delegada, la influencia, la pertenencia a una determinada clase social, el carisma personal o colectivo, la pericia o habilidad, el conocimiento, el dinero, el control de los medios de producción y de comunicación (poder mediático), la tecnología, los ejércitos y la organizaciones de carácter político, etc.

Antonio Gramsci elaboró el papel de la ‘Hegemonía Cultural de la Ideología’, como un medio de reforzar el poder del capitalismo y del estado-nación. Gramsci consideró el poder como algo ejercido de un modo directo y público, y el poder de la burguesía, como su capacidad de mantener al proletariado en su situación socioeconómica.

No hay duda de que la historia de la Humanidad, en gran medida, se sustenta por el uso y abuso del poder. Desde la perspectiva del poder se construyeron grandes imperios y civilizaciones, se desarrollaron grandes batallas y guerras entre ellas para ampliar sus dominios territoriales, riquezas, espacios geopolíticos estratégicos, supremacía de sus razas y religión. Desarrollaron su poder imperial por su poder militar y guerrerista, así como su organización política. En la búsqueda de riquezas cruzaron océanos y mares, colonizaron y sometieron bajo sus dominios, cultura y religión a los pueblos conquistados. Porque para ellos, la acumulación de capitales conjugado con la idea mercantilista, se constituye en el símbolo de la supremacía y el poder económico.

También podemos observar que la Revolución Inglesa y la Revolución Francesa son hechos históricos, que afianzaron el poder político de la burguesía y consolidaron el estado nacional. Con la Revolución Industrial aparece la clase obrera, sus luchas contra el poder del sistema explotador le llevan a la conclusión inteligente de que la fórmula para reivindicar sus derechos y el respeto a su dignidad como persona es la ‘organización’. Sintieron que esta forma les daba poder. Así surgen los sindicatos como un poder organizado de los trabajadores, para enfrentar el poder del capitalismo explotador.

Por otro lado, tenemos que los pueblos crean los estados. Estos por lo general se rigen por tres clásicos poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que constituyen el poder político del Estado. Este poder es legítimo, cuando es elegido por el voto democrático de la mayoría absoluta de la población con ese derecho. Pero ese poder del voto del pueblo es efímero, porque cuando el gobierno electo se torna abusivo y autoritario contra el bienestar del pueblo que lo eligió, éste, por no estar organizado debidamente, queda impotente y frustrado.

Ahora bien, si todas las organizaciones cívicas, sindicales, campesinas, religiosas, comunitarias, etc. se organizaran en un Frente Único, tendrían un poder organizado como contrapeso de quienes ostentan el poder político, otorgado por ese mismo pueblo. Debemos comprender que existe una enorme fractura entre la ‘política de los políticos’ y la ‘voluntad política del pueblo’.

Por tanto, se hace necesario que los gobernantes irracionales y ‘sofistas’ sientan que el poder lo tiene el pueblo que lo eligió. Con el Frente Único, tendremos poder para reformar el sistema político obsoleto que desconoce la democracia participativa y construir mecanismos que garanticen altos niveles de autogobierno y autogestión.

Tenemos que reinventar el Estado, pero esto solo lo puede hacer un pueblo cuando tiene poder organizado, y para ello la mayoría debe descubrir y convencerse de que la eterna frustración de los pueblos, radica en que siempre es engañado por ‘profesionales del poder’, los políticos de oficios. El pueblo Ngäbe Buglé nos ha dado el ejemplo y enseñado el camino, ‘aprendamos’.

LICENCIADO EN CIENCIAS DEL TRABAJO.

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