• 20/11/2012 01:00

La violencia: el cáncer de la sociedad

Imaginemos un mundo en el que la agresividad no existiera... en el que nos sintamos seguros al salir de nuestro pequeño hogar sin temor ...

Imaginemos un mundo en el que la agresividad no existiera... en el que nos sintamos seguros al salir de nuestro pequeño hogar sin temor alguno... en donde aquel niño no conociera lo que es el maltrato... o que aquella niña no se percatase del sufrimiento que se siente al ver que su madre es agredida por el ímpetu impulsivo de su ser más cercano, pues nunca conoció este terrible mal: la violencia, causante del derrame de lágrimas para rogar ‘¡Ya basta, por favor!’; es aquella nube gris entristecedora que impide que los jóvenes muestren su sonrisa en aquel día despejado; es el cáncer que ha invadido las entrañas de esta humilde Humanidad, de esta diminuta sociedad. Sí, es la violencia, aquella desalmada monstruosidad que sin sentido o razón vive dentro de nosotros, causando nuestra propia desgracia.

La violencia es la tristeza tomando forma de dolor, es el temor que sentimos, es la pesadilla que nunca quisiéramos recordar que hemos soñado... pero que ahí está, latente, y al acecho de tomar otra víctima con sus enfurecidas garras. Somos lo que soñamos, sí, y ojalá que al despertar no seamos el antagonista de aquella pesadilla, y sin saberlo, seamos afectados por los síntomas de este terrible mal, que al tomar el control nuestro, nos convirtamos en alguien repugnante y odiado por todos...

Vivimos en una sociedad en donde la violencia es evidente, apareciendo día a día, en rojo y en la primera plana del periódico que a diario compramos...! ¿¡Para qué!? ¿Para saber lo mal que estamos? Es como aquel enfermo a quien se le diagnostica una enfermedad, quien sufre los síntomas, y simplemente lamenta y siente compasión por sí mismo, sin querer hacer nada en lo absoluto por curarse y, para colmo, todo el mundo le recuerda con saña y morbosidad su enfermedad.

Los inocentes niños son como un tallo tierno y flexible en crecimiento, si se les enseña que la perversión, la mentira, el engaño y la falsedad son los medios de conseguir el éxito, no se puede pretender que de jóvenes actúen dentro de las normas establecidas. Los niños y jóvenes constituyen el posible remedio de este terrible cáncer de la sociedad, si son protegidos, guiados, orientados por el sendero correcto y pueden ver en los adultos un ejemplo digno a seguir, para lo cual, una buena educación que les permita desarrollar tanto su intelecto como su espiritualidad, es la herramienta más efectiva.

‘El hombre es el talismán supremo, no obstante la falta de una educación adecuada le ha privado de lo que inherentemente posee... considerad al hombre como una mina rica en gemas de inestimable valor. Solamente la educación puede relevar sus tesoros y permitir a la Humanidad sacar provecho de ellos’. Tomado de los escritos Bahá’is.

*ESTUDIANTE DE 10 GRADO.

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