• 04/04/2013 02:00

Marruecos, respeto y compromiso mutuo

Las primeras declaraciones del nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Fernando Núñez Fábrega, revelan que ha jerarquizado en su agenda...

Las primeras declaraciones del nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Fernando Núñez Fábrega, revelan que ha jerarquizado en su agenda el tema del Sahara Occidental que involucra a Marruecos y Argelia y a su apéndice el Frente Polisario. Precisamente en estos días Argelia —donde la llamada primavera árabe no ha florecido, porque la casta militar ha ahogado los espacios democratizadores y la apertura política— está sumida en un escándalo de corrupción que involucra a ejecutivos del gigante energético Sonatrach, la mayor empresa de África. Fiscales de Milán han documentado que un alto funcionario argelino cobró comisiones por más de $300 millones a cambio de contratos para el conglomerado energético italiano ENI. Los involucrados son amigos del presidente Abdelaziz Buteflika, en el poder desde 1999, y fueron nombrados con el beneplácito de los servicios secretos.

Son esos servicios secretos argelinos, precisamente, los que financian y sostienen al Polisario en sus pretensiones hegemónicas contra Marruecos. La inmovilidad, el estancamiento y el obstruccionismo han sido el menú de Argelia en su falta de buena fe para buscar una salida política al conflicto. El día que Argelia actué constructivamente, el diferendo del Sahara se revolverá.

Por otro lado, convencido de que la solución solo puede ser producto de una negociación política dentro de un espíritu constructivo de apertura, el rey Mohamed VI propuso en el 2007, a través del Consejo Real Consultivo de los Asuntos del Sahara, el Estatuto de Autonomía del Sahara.

La propuesta, que ha recibido el respaldo de la comunidad internacional como viable y creíble, tomó como referencia los sistemas autonómicos de Alemania, Bélgica, España e Irlanda, entre otros, y otorga prerrogativas ejecutivas, legislativas, judiciales, económicas, financieras y administrativas a la región del Sahara marroquí.

En ese contexto, a través del canciller Núñez Fábrega, el gobierno panameño expresó su apoyo a la búsqueda de una solución política al conflicto bajo la égida de la ONU. Respaldó, además, el plan de autonomía marroquí como la única proposición realista sobre la mesa de negociaciones, un tema que debe ser abordado con apertura, pragmatismo y realismo, respetando la integridad territorial de Marruecos.

Núñez Fábrega reconoció que ‘la solución al diferendo del Sahara Occidental es una demanda urgente de la comunidad internacional, porque la situación de inestabilidad en la zona representa una amenaza para los países vecinos’, coincidiendo con las declaraciones del diplomático estadounidense Christopher Ross, enviado especial del secretario general de la ONU para el Sahara Occidental. Ross, antes de iniciar una gira por la región, que concluyó esta semana, recibió el respaldo contundente del Grupo de Amigos del Sahara Occidental, conformado por EE.UU., Francia, Reino Unido y Rusia —miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU— y de España, demandando flexibilización en las posiciones de las partes para alcanzar progresos hacia una solución política.

Por su parte, el nuevo secretario de Estado, John Kerry, de acuerdo a fuentes diplomáticas, se muestra más determinado a buscar una salida, porque teme que la prolongación del conflicto acreciente la inestabilidad regional y sirva de ambiente para alimentar el terrorismo.

En los recientes secuestros de europeos en la zona, según testimonios de rehenes, han actuado excombatientes saharauis. ‘Un puñado de saharauis frustrados por la falta de perspectivas se han apuntado a la rama magrebí de Al Qaeda’, reveló el diario español El País.

El canciller Núñez Fábrega dejó en claro que las relaciones con el Polisario son una herencia del gobierno anterior que se han respetado ‘por el momento’. En lenguaje diplomático significa que es potestad soberana del Estado panameño revisar esas relaciones y determinar si convienen a los intereses nacionales congelarlas o descontinuarlas en forma definitiva.

Mientras tanto, Panamá ha iniciado la exploración de alternativas en áreas de interés común con Marruecos. Una agenda abierta podría incluir acuerdos portuarios, agrícolas, comerciales, culturales, educativos, de índole social y política. La complementariedad en objetivos estratégicos también involucraría intercambio de información para reforzar la lucha contra el terrorismo, un tema sumamente sensible dado el contexto del conflicto saharaui.

Ya lo remarcó Ross: ‘La situación en la región del Sahel y su entorno hace que alcanzar una solución sea más urgente que nunca’. Panamá así lo interpreta y está moviéndose en consecuencia en el espíritu de su tradición diplomática, sensibilizada ante situaciones que comprometen la paz y la seguridad internacional.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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