• 20/07/2013 02:00

El país que nació hipotecado

Hace dos años que la república de Sudán, en aquel momento el país más extenso de África, quedó oficialmente dividida en dos Estados, uno...

Hace dos años que la república de Sudán, en aquel momento el país más extenso de África, quedó oficialmente dividida en dos Estados, uno en el norte con capital Jartum y otro en el sur con capital Juba. La nueva nación se llama Sudán del Sur y es el Estado número 54 de África, localizado entre las convulsionadas regiones de los Grandes Lagos y el Cuerno de África, en el África Subsahariana.

Con Uganda son los únicos enclaves cristianos, en una región dominada por una mayoría islámica, cuenta una población de doce millones de habitantes y más del 50 por ciento vive por debajo del umbral de la pobreza. Es un país que nació hace 24 meses con su independencia hipotecada a EE. UU., China y Jartum. En el caso de Jartum, su dependencia obedece que para explotar y exportar sus riquezas petroleras, que constituyen el 98% de los ingresos estatales, depende de ellos, porque los oleoductos, las refinerías y los puertos para las exportaciones del crudo quedaron en el norte.

Pese a que logró su independencia, su principal actividad económica: la industria petrolera quedó atada al norte y fue obligado a respetar el acuerdo de reparto petrolero que se pactó en el proceso de paz que puso fin a 30 años de enfrentamientos separatistas en el 2005, mediante el cual se dividieron los ingresos petroleros por parte iguales entre el norte y el sur.

Acuerdo que generó tensiones entre los dos países, dado que el gobierno de Juba acusó a su homólogo de Jartum de sustraer parte del petróleo durante el paso por su territorio. Finalmente, con la mediación de la Unión Africana, ambos gobiernos redefinieron el pacto y acordaron que el gobierno de Juba paga a Jartum 9,48 dólares por cada barril de petróleo que pasa por su territorio.

Sudan del Sur para sacudirse de la dependencia de Jartum, planea la construcción de dos oleoductos y tres refinerías para sacar sus exportaciones petroleras a los mercados internacionales a través de Etiopia, Djibouti y Kenia.

Por sus grandes reservas petroleras, Sudán del sur es uno de los Estados más rico del África oriental y por eso, con Uganda y el Congo, ha entrado a formar parte de los nuevos escenarios en las disputas económicas y geopolíticas, entre EE. UU. y China en África.

Potencias que dominaron durante varias décadas la industria petrolera sudanés y en consecuencia jugaron un papel preponderante en los acuerdos de paz, en el cumplimiento del referéndum autonómico y, desde luego, en la creación del nuevo Estado. Por eso para EE. UU. y China, brindar apoyo económico y político a la creación de un nuevo Estado con inmensas riquezas en recursos hídricos, bosques, minería y pe trolera fue una jugada maestra para afianzar sus dominios económicos y geopolíticos en África.

Los dos países superaron los escollos por la tasa petrolera, pero siguen en líos por los incumplimientos de Juba de los acuerdos de seguridad y cooperación. El presidente sudanés, Omar Hasan al Bashir, varias veces ha amenazado con romper dichos acuerdos, si su homólogo de Juba continúa apoyando a los rebeldes que buscan derrocar su régimen.

Además de estos conflictos, también tienen líos fronterizos en las regiones petroleras de Abyei y Kodofan. Se sabe que los ataques en contra las tribus en aquellas zonas son utilizados como armas políticas por Jartum, para impedir la definición de la línea fronteriza, para ellos seguir controlando las explotaciones petroleras.

Las estadísticas hablan de más de 20 mil personas que han huido de esas zonas en disputas y por eso las fuerzas de seguridad de la ONU han anunciado el envió de aviones no tripulados para defender a la población civil.

PERIODISTA Y ESCRITOR.

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