• 14/09/2013 02:00

Errores médicos comunes

Siempre habrá algún médico que, si estuvieran conduciendo su automóvil y arrollara fatalmente a un peatón, pediría la asistencia de la a...

Siempre habrá algún médico que, si estuvieran conduciendo su automóvil y arrollara fatalmente a un peatón, pediría la asistencia de la agencia federal estadounidense denominada ‘Centers for Desease Control’ (CDC), para determinar con exactitud la causa de muerte del occiso. Pero también hay algunos médicos que sencillamente no se mantienen al día con los avances científicos; así que deviene importante reconsiderar algunos diagnósticos y prognosis, conduciendo alguna diligencia precautoria como, por ejemplo, buscando una segunda opinión.

Años atrás un neumólogo le descubrió un cáncer en los pulmones a la esposa de un amigo y le dijo que solo le daba dos meses de vida. Afortunadamente, este amigo sabía que ése era un error médico común, que el factor emocional es sumamente importante en el tratamiento del cáncer, y que, de creer ciegamente en la opinión del neumólogo, su pronóstico realmente podía acortar la vida de su esposa a unas contadas semanas. En cambio, debidamente alentada y atendida médicamente, esta paciente sobrevivió cuatro años más, lo que le dio oportunidad de acabar muchos proyectos y plantearse algunos nuevos objetivos.

De consultar alguna referencia actualizada sobre el cáncer, como lo es el tratado titulado Everyone’s Guide to Cancer Therapy (Andrews McMeel Publishing), actualmente en su Quinta Edición, cualquiera podrá comprobar que esa publicación especializada nunca dictamina que determinado tipo de cáncer a determinada etapa de desarrollo equivale a tanto tiempo más de vida; solo señala que ‘la posibilidad de que el paciente sobreviva más de cinco años es de X por ciento’, un porcentaje basado en estadísticas actualizadas y que podría ser pequeño, pero que nunca será condenatorio de muerte; porque siempre hubo alguien que sobreviviera en iguales o peores condiciones.

Unas situaciones bastante similares se dan cuando algún médico recomienda la ‘eutanasia’ para algún paciente que tenga alguna supuesta ‘enfermedad terminal’. La realidad es que sólo Dios sabe con certeza de qué va a morir cada persona, y pretender saber más que Dios en dichas situaciones, como hacen algunos galenos, podría equivaler a participar en un homicidio culposo.

En cambio, cuando alguien adquiere un billete para una Lotería Extraordinaria, la posibilidad de ganarse el premio mayor es de apenas 0.001 %; pero toda persona que participe en ese sorteo solo pensará que ese billete equivale a una posibilidad real de ganárselo.

En el Imperio Romano, en tiempos de Jesús, el ‘padre de familia’ tenía el derecho de hacer abortar a cualquier embarazada, e incluso de abandonar en la puerta de su casa a cualquier indeseada criatura recién nacida. Afortunadamente la propagación del cristianismo condujo al reconocimiento del derecho a la vida del no nacido y del recién nacido, como exigido por su dignidad de ser humano. Ésta es la razón histórica e intrínseca por la que los abortos son considerados homicidios, a menos que se determine que algún no nacido atente contra la vida de su madre.

Finalmente, la mayoría de los médicos dan por sentado que las pastillas anticonceptivas son completamente inocuas; sin embargo, aparte de no conocerse sus efectos a plazos muy largos, pocas personas saben que, para evaluar su inocuidad y efectividad, las casas farmacéuticas prueban dichas pastillas en países extremadamente pobres, sin que los niños que nazcan con diversas anormalidades hayan pedido ni autorizado participar como voluntarios en semejantes experimentos.

*JUBILADO DEL CUERPO DE INGENIEROS DE EE. UU.

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