• 13/10/2013 02:00

¿Democracia sin prensa libre?

Plantearse dicha pregunta tiene una única respuesta: no existe democracia sin prensa libre. Es más, a todo régimen democrático le es con...

Plantearse dicha pregunta tiene una única respuesta: no existe democracia sin prensa libre. Es más, a todo régimen democrático le es consustancial el reconocimiento de una serie de derechos entre los que la prensa libre es uno de los más relevantes.

Ello significa que lo propio de una democracia es que exista una prensa libre.

¿Cuál es la importancia de una prensa libre? Pues, que a través de esta se van a lograr, por lo menos, dos aspectos de suma importancia: por una parte, la posibilidad de cuestionar y exigir responsabilidades a quienes ejercen el poder político del Estado y, por la otra, el control democrático del ejercicio de dicho poder.

Lo primero está relacionado con un principio elemental de toda democracia representativa según el cual, quienes ocupan cargos públicos, cualquiera que sea su jerarquía, está sometido al escrutinio público y, por consiguiente, tiene que rendir cuentas de su gestión ante la opinión pública. Ello lleva a que deba existir, permanentemente, una fiscalización y control del desempeño en cuanto a las actuaciones de los servidores públicos. Esto es lo que justifica el papel que corresponde jugar a una prensa libre en todo régimen democrático.

Nuestro país no puede ser ajeno a esta realidad en la medida en que, aún cuando imperfecto, ese es el régimen regulado en nuestra Constitución. No se trata de que a los medios de comunicación les competa, en exclusiva, exigir la rendición de cuentas de los servidores públicos y de control de la gestión pública, pues también esto corresponde a los operadores políticos como a los jurídicos.

No obstante, en muchos casos es por medio de una prensa libre que se hace más efectiva la rendición de cuentas como el control del ejercicio del poder político. Esto tiene mayor importancia en países como los nuestros en los que, la llamada independencia de las funciones o entre los poderes constitucionales, es más una frase decorativa que real. Es cierto que a los medios de comunicación no les corresponde establecer si un funcionario es culpable o inocente en la comisión de un delito en el ejercicio de sus funciones, pero sí son estos quienes tienen que reclamar que ciertos hechos no queden en impunidad o sobre los que debe darse una explicación ante la opinión pública.

Cuando esta labor de una prensa libre no se comprende trae como resultado, como ha ocurrido en los últimos años en Panamá, el ataque, intimidación, acoso y, en el peor de los casos, persecución desde el poder, contra ciertos periodistas que han llevado con responsabilidad la necesaria labor de control y exigencia de rendición de cuentas de la gestión pública. En efecto, si algo ha caracterizado al actual gobierno han sido las amenazas, los insultos, los atropellos y el menosprecio de que ha sido objeto la labor periodística de ciertos medios y de periodistas, pretendiendo con ello acallar, sin lograrlo, la importante labor de los medios de comunicación que han estado a la altura de sus responsabilidades. Hay que decirlo, por lamentable que sea, que ese acoso ha traído como resultado la claudicación de algunos periodistas, pero son más los que con dignidad han resistido y afrontado los desmanes del poder.

Ciertos altos funcionarios del actual gobierno, incluyendo al presidente de la República, no han comprendido o no han podido entender, a estas alturas de su periodo, que el papel de los medios de comunicación o de los periodistas, no es aplaudir o rendir culto a los funcionarios y a su gestión, por más que estos consideren que hacen bien su labor o que son merecedores del agradecimiento de la población por el cumplimiento de sus funciones. Esa no es labor de los medios de comunicación ni tampoco para eso existe una prensa libre. Esta es una elemental regla de la democracia, que no ha sido entendida, y pareciera que ya no va a entender el actual gobierno, que está por terminar su periodo.

Los medios de comunicación no son la democracia de un país, pero sin una prensa libre no puede haber una real y efectiva democracia. Comprender esto solo exige una cosa: permitir que los medios cumplan su labor, aún cuando esta pueda ser incómoda a quienes gobiernan un país.

EX SECRETARIO GENERAL DE LA PROCURADURÍA GENERAL DE LA NACIÓN.

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