• 11/12/2013 01:00

Un periodo crítico en la política

Sí, vivimos un periodo crítico e inédito en las últimas dos décadas de la República. Un periodo que retrotrae, en algunos de sus aspecto...

Sí, vivimos un periodo crítico e inédito en las últimas dos décadas de la República. Un periodo que retrotrae, en algunos de sus aspectos, a los tiempos de dominio de la oligo-democracia panameña (primeras seis décadas de la República) donde imperaba el ‘juega vivo’ de los intereses sectarios, la dictadura del dinero, el desconocimiento a los valores mínimos a la institucionalidad y, más grave aún en el nuevo contexto, la anti-escuela de los valores cívicos con ejemplos negativos para las semillas de la nación: la niñez y la juventud.

En su expresión específica tenemos: Una nueva expresión política, que enarbola a la clase trabajadora, recibe reconocimiento como partido político (FAP); y esto es positivo para la democracia; el Tribunal Electoral, por su parte, da la voz de alerta ante lo que pudiera ser el intento de intervenir los resultados electorales lo que lleva a la incredibilidad de los posibles resultados. Esto había sido superado en los últimos años, pero ahora uno de los magistrados reconoce públicamente que hay retroceso total.

Pero además, a ese peligro se suma un candidato oficialista que recibe, de manera descarada y con silencio cómplice de la fiscalía electoral, el apoyo de toda la maquinaria gubernamental, pero que aún así no genera expectativa. Depósitos repletos de mercaderías para los candidatos de gobierno, sin que el fiscal electoral asome la cabeza. Un presidente, por su parte, que se pinta en un electoralismo desmedido y costoso para los recursos público. Un mercadeo de las obras de gobierno, como nunca antes, pero con claro fines electorales.

Es un periodo crítico en la política que amerita, en igual orientación aunque sin apartarse de la ética, de un reacción especial de aquellos que comprenden las implicaciones nefastas que tiene el modelo que se impone, porque no solo enmascara un seudo contenido popular cuando, en verdad, no hace sino lucrar enormes beneficios económicos que se acaparan de las inversiones públicas, y también porque detrás de toda esa maquinaria hay una deformación de los valores que enseña que es rentable jugar con las necesidades de la gente.

El momento que vivimos tiene, en la otra cara de la moneda, novedades que se expresa, incluso, en los nombres de los candidatos opositores. Por vez primera, en nuestra historia política, dos de los candidatos presidenciales opositores llevan el mismo nombre. De ahí los ‘Juan Carlos’. Esto no implica nada de fondo, sino es porque uno de ellos, Navarro, demuestra lo que corresponde al político que se proyecta más allá de los reducidos intereses de grupo para enfrentar el reto nacional y que promueve un programa que se construye desde y para la gente.

El otro, Varela, con experiencia negativa con Cambio Democrático, tiene en su mensaje un cuestionable verticalismo que se desdice porque son aún frescos los recuerdos en que, a capa y espada, defendía la espectacularidad del Ejecutivo; y estando a sus servicios, fue igualmente responsable de los desbarajuste de los primeros años de gobierno. Pero, como ‘mal paga el diablo quien bien le sirve’, ahora en mensaje poco creíble se esfuerza en presentarse como el ‘opositor’, pensando, quizás, que la población está desmemorizada.

Es indispensable, entonces, enfrentar con visión renovada este lamentable momento. Hay que superar con creatividad, con organización y con la experiencia acumulada, este periodo crítico de la política como legado que ayude a recobrar el Panamá con moral y el Panamá con ética en la política.

*EL AUTORA ES DIPUTADO DEL PARLACEN

Lo Nuevo
comments powered by Disqus