• 06/01/2014 01:00

Las cinco mentiras sobre las elecciones del 2014

P rimera mentira: El daño a la democracia empieza con Cambio Democrático. La ‘democracia’ panameña inicia con la retoma del mando políti...

P rimera mentira: El daño a la democracia empieza con Cambio Democrático. La ‘democracia’ panameña inicia con la retoma del mando político y económico a las mansiones de los negocios lícitos e ilícitos; con la fórmula del bipartidismo. Desde Guillermo Endara hasta Martín Torrijos hubo actos que terminaron en impunidad para los beneficiados. La ‘democracia’ posinvasión es un entuerto para favorecer a la clase política que pelecha del control del Estado para su beneficio personal y de sus jefes económicos. La democracia no está en peligro cuando no ha existido plenamente. Las reglas electorales promueven el clientelismo, transfuguismo y la dictadura partidista. El ciudadano solo elige a sus verdugos. ¿Es esa la democracia que se pretende defender? O sea, la democracia en Panamá ¡Es una farsa!

Segunda mentira: Ricardo Martinelli quiere mantenerse en el poder para seguir enriqueciéndose. El modelo por desposesión, extractivista, especulativo y concentrador, no es nuevo ni exclusivo de este gobierno. La corrupción es el método utilizado en los últimos 24 años; el negociado de las contrataciones públicas, los sobrecostos en megaproyectos como los corredores, el puente inservible por años que comunica Balboa con Albrook, la pésima carretera del Puente Centenario, concesiones mineras e hidroeléctricas, la ‘Cinta Coimera’, adendas a contratos, favoritismo con los puertos y la ampliación del Canal, son ejemplos de lo mismo, pero en gobiernos anteriores.

Tercera mentira: La solución es una Gran Alianza Opositora. Pregunto, ¿entre quiénes? Curiosamente, algunas estructuras de la llamada sociedad civil justifican la ‘Gran Alianza’ como necesaria para ‘salir de la crisis’; o sea, retornar al bipartidismo. No obstante, ninguno plantea una reforma económica o por lo menos electoral; en cambio, proponen un gobierno de ‘consenso’, hacer una constituyente y convocar nuevas elecciones; o sea, un gobierno kamikaze. Esto, se desconecta de las crisis reales del sistema de salud y educación, la seguridad y soberanía alimentaria, el sector agropecuario, la canasta básica, los daños ambientales y otros que NO PUEDEN ESPERAR MÁS. Entonces, parece un reencauche político por parte de los defensores del sistema económico desigual en Panamá. El modelo político tambaleó con los enfrentamientos contra la Ley Chorizo, la Comarca, Colón, la derogación de la Sala V, las huelgas docentes y de salud en 2013. Los clanes económicos vieron un escenario preinsurreccional, por lo que cierran filas para salvar el negocio.

Cuarta mentira: Las candidaturas de la partidocracia son diferentes. Todas se basan en su acostumbrada publicidad millonaria hueca. En las campañas partidistas no hay diferencia programática, no hay un plan de desarrollo distinto al establecido desde el exterior y del que todos los gobiernos han sido partícipes.

Quinta mentira: Una constituyente salvará a Panamá. La trampa consiste en justificarse en la ‘crisis’ para hacer una constitución a la medida de los clanes poderosos (elevar a rango constitucional la desposesión energética, su uso para la minería, monopolios, especulación, etc.). ¿Quién es lo suficientemente ingenuo o cómplice, para creer que la partidocracia controlada desde las mansiones hará una constituyente consensuada? Ésta constitución será peor que la actual. No será un avance una asamblea de constituyentes con políticos tradicionales.

Martinelli y su banda están usando las mismas leyes que la partidocracia les heredó. Los grupos hegemónicos tienen secuaces que ahora se pintan como independientes; pero no son más que pantomimas distractoras o piezas de negociación. La cacareada crisis política actual, parece una réplica de las denuncias a Ernesto Pérez Balladares y su reelección, así como de los gobiernos siguientes; todos garantizando la transición e impunidad. La crisis actual es para causar terror a la población e imponer la agenda de los sectores poderosos.

Diferente es aquel que denuncia el Tratado de Promoción Comercial (TPC) con EUA por dañino al sector agro nacional, comprometiéndose con una verdadera seguridad y soberanía alimentaria; aquel que devuelva derechos laborales robados en 1995; que irrumpa con el modelo de acumulación basado en la especulación inmobiliaria; cumpla con un aumento general de salarios; democratice la Ley Electoral para lograr participación ciudadana y acabe con el presidencialismo excesivo.

La constituyente se debe discutir con gremios, sociedad civil y una población educada; pero, mientras no exista una democratización de las leyes electorales, democracia participativa y un método de control social sobre los gobernantes, todo lo que provenga de las instituciones políticas de un Estado presidencialista, será irremediablemente tiránico.

ABOGADO, MIEMBRO DE LA CAMPAÑA JOVANÉ PRESIDENTE.

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