• 28/02/2014 01:00

Éxito y fracaso de la ministra molinar

E xisten dos grandes parámetros que hablan del éxito o fracaso en la educación de un país en los tiempos actuales. Tales parámetros se r...

E xisten dos grandes parámetros que hablan del éxito o fracaso en la educación de un país en los tiempos actuales. Tales parámetros se refieren al cumplimiento de un diseño educacional que, o bien responda a los requerimientos tecnocráticos y fragmentarios de las grandes corporaciones transnacionales, o por lo contrario, se refieren al cumplimiento de un sistema educativo que responda a los intereses de un país que fomenta hombres y mujeres con sólidas bases científicas y humanísticas, de manera que cuente con saberes aptos para solventar los problemas de su propia sociedad de cara a un desarrollo humano y sostenible económica, política y ambientalmente.

Pues bien, frente a lo primero, la estrategia de la ministra de Educación parece no alcanzar los propósitos supuestamente buscados, toda vez que incluso para la formación tecnocrática que demandan las corporaciones globalizadas, es apremiante el dominio de conocimientos en comprensión del lenguaje y procedimientos lógico aritméticos, que nuestro sistema escolar público no está satisfaciendo.

En efecto, Luis Arce destacó hace pocos días, que el último informe Nacional de Desarrollo Humano de Panamá, señala que ‘En el promedio de las pruebas de conocimiento o cognitivas realizadas en la Encuesta de Muestra Nacional de mil 708 entrevistas, el 87 por ciento de los jóvenes tuvo puntuaciones por debajo de seis (en una escala de uno a 10 puntos), y solo 13 por ciento logró una puntuación mayor’. (PNUD, 2014). Esta evidencia por sí misma ya es suficiente para derrumbar el castillo de naipes que nos ha vendido la administración Martinelli por voz de su ministra Molinar, en lo referente a los supuestos éxitos de su gestión en esta entidad gubernamental.

En consecuencia, si en algo ha sido exitosa la señora ministra, es en que su estrategia ha profundizado la inequidad, en el sentido de que quienes incursionan en los colegios públicos tienen menor esperanza de insertarse exitosamente en los mercados laborales de las actividades globalizadas que aquellos(as) que egresan de los colegios de propiedad privada, particularmente en los que acceden los y las estudiantes de las clases medias altas y de las más pudientes del país.

Los intereses nacionales, por su parte, no comparten las mismas demandas de las instituciones económicas internacionales, porque estas buscan trabajadores(as) que se parezcan lo más posible a los robots, sin identidad de país, de etnia, de ciudadanía, de cultura propia y hasta de clase social, en aras de una singular competitividad favorable solamente a dichos organismos económicos. En esto, la ministra les ha hecho el favor de avanzar más pasos que las administraciones de los últimos 20 años, en lo que se refiere a vaciar de contenido científico (reemplazado esto por lo tecnocrático) y humanístico (reemplazado por las actividades fatuas y mediáticas excluyentes) el aprendizaje de nuestros estudiantes del sector oficial.

Los 15 bachilleratos devenidos de la ‘transformación curricular’, prominentes en mucho dominio de técnicas, poca ciencia y escasa formación humanística, dan muestra de lo antes dicho. En este marco, ya no solo desaparece el bachillerato de Letras y se reducen las horas de las asignaturas humanísticas, sino también la cátedra de Relaciones de Panamá con Estados Unidos, cuando aún se tiene un capítulo pendiente de esa trama de nuestra identidad y soberanía llamado Tratado de Neutralidad.

Como saldo, la señora Molinar ha sido exitosa abriendo aún más la brecha educativa entre ricos y pobres. Aunque no haya perfilado a la educación pública en toda la línea demandada por los círculos que se identifican con las corporaciones transnacionales, si ha dado rienda suelta al sector privado selectivo para que cumplan con este propósito. Pero en lo que demanda la formación de ciudadanos(as) capaces de desarrollar y consolidar la soberanía alimentaria, energética, económica y educativa con resultados en el ámbito de la seguridad ciudadana y las potencialidades para un desarrollo auténtico del país, su gestión ha sido un rotundo fracaso.

Lamentablemente, ninguna de las duplas presidenciales partidistas formula propuestas que modifiquen sustancialmente el rumbo de las últimas dos décadas, lo que impone a los sectores de la sociedad civil y con mayor responsabilidad al estamento docente, consolidar una fuerza que impulse una auténtica transformación educativa en Panamá, en favor del desarrollo humano y sostenible del país.

SOCIÓLOGO Y CONSULTOR INTERNACIONAL.

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