• 07/08/2020 00:00

Protesta y censura por fallo contra la enseñanza de la historia de la relación Panamá-EEUU

La enseñanza del curso (...) no solo es importante, sino que es justa y necesaria, para conservar la memoria histórica de la Patria

Me refiero a la actuación de tres instancias, que han ventilado el tema del Curso de Historia de Las Relaciones de Panamá con EUA. Una, lamentablemente, parte del Decanato de una Facultad de la Universidad del Maestro Méndez Pereira, la otra instancia es el Dpto. Legal de la Universidad de Panamá, quién se desvincula, en vez de analizar y pronunciarse en consecuencia, y por último lo remite a la Corte Suprema de Justicia.

El Rector, quien ostenta la Representación Legal de la Universidad, le dio poder para que este decano incoara un proceso o acción de inconstitucionalidad ante la CSJ, acto que lamento para que se consumara semejante atentado contra la historia patria y la esencia de las luchas generacionales de esta Nación.

El asunto se vuelve lesivo in extremis cuando la CSJ, se pronuncia, según el profesor Escarreola, y avala o accede a la pretensión de la Universidad de declarar inconstitucional el Art. 6 de la Ley 37 de 12 de mayo de 2015, porque entre otras cosas viola la autonomía universitaria, que establece la enseñanza de la materia en los 2 últimos años en toda la enseñanza secundaria y en las Universidades, sean oficiales o particulares.

Desde ahora debo aclarar que la Corte al emitir su fallo lo hace en el marco estrictamente técnico jurídico, casi salomónico para ir a contrapelo de la historia. Razón le cabe al profesor Escarreola y al comunicado del cuerpo docente de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Facultad de Administración Pública de la Universidad de Panamá, al rechazar semejante pronunciamiento.

Ante el pronunciamiento de la Corte le opongo y me remito al Artículo 93 de nuestra Carta Magna, que nos señala que la finalidad de la educación panameña es fomentar en el estudiante una conciencia nacional basada en el conocimiento de la historia y los problemas de la patria. ¿Pregunto, es decapitando la enseñanza y análisis de la historia de nuestras relaciones con los Estados Unidos de Norteamérica que vamos a cumplir con la finalidad y el fomento de la conciencia nacional como conocedores de la historia y los problemas nacionales? La respuesta es lógica, no y mil vece no. Un pensador sentenció en una ocasión que: “Un pueblo que olvida su historia, está llamado a desaparecer”. ¿Desapareceremos como Estado soberano en un futuro con actuaciones como esta?

Me pregunto cuál es el espíritu, la intención real de querer que la asignatura atacada sea de carácter opcional; opcional son aquellas materias accesorias que bien pueden ser o no acogidas por el estudiantado. ¿Por qué hacer que la historia del enfrentamiento político, diplomático y militar que se ha dado a lo largo de las relaciones con los EUA sea desechada, y por tanto desconocida por las generaciones actuales y futuras?

La presencia de los EUA en nuestro suelo se inicia con el Tratado Mallarino- Bidlack, de 12 de diciembre de 1846, entre la Nueva Granada (Colombia) y los EUA, el cual que es rechazado por el Congreso colombiano.

Desde entonces la nación panameña es ultrajada y humillada por la potencia norteamericana, se incrementa la injerencia en los asuntos internos del país e intervienen unas veces a solicitud de malos hijos de esta patria y otras de facto.

Desde el incidente de la Tajada de Sandia, la fiebre del oro en California con la llegada de miles de personas atraídas por el metal dorado, el desarme de la milicia después de la Guerra de los Mil días, la ocupación de la Provincia de Chiriquí en 1918-20, luego con motivo de la II Guerra Mundial, y el derrocamiento del Presidente constitucional (Dr Arnulfo Arias Madrid), aupado por la Embajada de la Avenida Balboa, convierten la República entera en una Mega base militar (Convenio de Bases Fábrega –Wilson 1942), cuando la marinería y soldadesca soez y altanera desembarcan en las ciudades terminales en busca de garitos, ultrajando y avasallando a los panameños(as) de a pie, son apenas algunas muestras del irrespeto, la soberbia y prepotencia con que los EUA ha tratado a la nación panameña. Luego pretenden perpetuar las bases militares esparcidas por todo el territorio nacional mediante el lesivo Tratado Filós- Hines, intentando incumplir el Convenio de Bases Up Supra, que estipulaba el desmantelamiento de las Bases un (1) año después de terminada la devastadora II Guerra Mundial.

Como escribió el maestro Julio Yau, Panamá ha pasado por un calvario en sus relaciones con los norteamericanos, somos un pueblo heroico al enfrentarnos ante el monstruo que describió Martí, esa lucha nos ha costado sangre, lágrimas y dolor.

La enseñanza del Curso de Historia de la Relaciones de Panamá con Estados Unidos de Norteamérica no solo es importante, sino que es justa y necesaria, para conservar la memoria histórica de la Patria. Pareciera que se quiere una nación sin conciencia ni sentido de Patria.

Para nosotros los que sentimos la Patria profunda de Miró, de Amelia Denis, de Gaspar Octavio Hernández, Demetrio Herrera Sevillano, de Diana Moran y de los mártires y heridos de 1925, 1958, 1959, 1964 y 1989, es imperdonable y no tiene justificación lógica, por antihistórica la actuación de la Universidad y el fallo de la Corte Suprema de Justicia.

Los Magistrados han sentenciado, no un artículo de una Ley, sino a la madre patria y condenado a la juventud actual y futura a la ignorancia, al oscurantismo de la más rica, sensible y dolorosa historia que país alguno haya tenido con una potencia.

Creemos que solo por principios, debieron rechazar la acción de inconstitucionalidad. Es más, la Universidad de Panamá esgrime como fundamento para su antipatriotica pretensión, que su Estatuto señala que tiene autonomía y la potestad para organizar sus planes y programas de estudio, derivada del artículo 103 de la Constitución Nacional.

Hay un aforismo jurídico, expuesto por uno de los grandes procesalistas que dice: “cuando tengas que escoger entre el derecho y la justicia, escoge la justicia”.

Por último desearía que las palabras del bardo Gaspar Octavio Hernández, se hicieran realidad y que nuestra enseña patria, al ver que sus hijos pusieron cobardía, descendiera al Istmo convertida en fuego y extinguiera con febril desosiego a los que amaron tu esplendor un día.

El autor en abogado, profesor universitario y especialista en relaciones internacionales
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