Un pueblo sin agua potable

Actualizado
  • 11/08/2017 02:05
Creado
  • 11/08/2017 02:05
En Panamá, considerado un país rico en recursos hídricos, aún hay poblaciones que no tienen agua

Con sus pies descalzos, Gabriela Torres desciende por un camino entre frondosos arbustos, construido con troncos, bloques y piedras. Avanza sigilosamente para evitar caerse, como ya le ha ocurrido en varias ocasiones, cuando el sendero está resbaloso. Se dirige al pozo para comenzar la faena doméstica.

Gabriela lleva una cesta de plástico con ropa para lavar; dos nietos y su hija menor le ayudan con el resto de las prendas y dos baldes vacíos. La mujer se dispone a restregar las sábanas, blusas y pantalones que ensuciaron ella, su papá, sus cinco hijas y sus cinco nietos, con quienes habita en una misma casa.

Hacer esta labor desde la comodidad de su vivienda, que se encuentra justo encima de la pequeña colina, le resulta algo complicado: debe cargar al menos ocho baldes de agua cuesta arriba. Su comunidad, El Peñón, ubicada a tan solo siete minutos de la vía Transístmica y a 320 metros sobre el nivel del mar, no cuenta con abastecimiento de agua potable.

SIN CISTERNAS NI ACUEDUCTO

La comunidad de El Peñón, que pertenece al corregimiento de Las Cumbres y al distrito de Panamá, se encuentra ubicada en el conjunto montañoso Cerro Peñón, reserva hídrica nacional donde nace el río Chilibre y que es parte de la Cuenca del Canal. En este lugar, a menos de treinta minutos de la potabilizadora de Chilibre, no existe acueducto ni llegan los camiones cisterna que distribuyen agua en otras poblaciones del área norte de la ciudad capital, donde el suministro de agua es irregular. Siete pozos, algunos cerrados y otros brocales, abastecen a los más de 400 habitantes, quienes conforman las 85 familias del lugar.

ACCESO

Según el Censo de 2010, el 93% de la población tenía acceso al agua potable

91.7% de la población (3,046,802) disponía de acceso a agua potable a través de conexión domiciliaria.

6.7% de la población (222,612) tenía acceso sin conexión domiciliaria.

1.6% de la población (53,161) dependía de la lluvia o el carro cisterna.

El agua que llega a los pozos proviene de los ojos de agua que se replican en varias áreas de la comunidad. Por este motivo, para sus habitantes es muy importante preservar la naturaleza del entorno. ‘Que sea reserva hídrica significa que no puede haber una intervención indiscriminada del hombre dentro de la cuenca. Todo lo que se haga aquí debe ser algo planificado, que no afecte al medio ambiente. Nosotros la conservamos haciendo una buena reforestación', afirma Alejandro Herrera, el representante del Comité de Agua de El Peñón y de los comités de Cuenca de Chilibre y Chilibrillo.

Herrera observa a Gabriela, quien comienza a organizar la ropa que lavará a mano sobre las enormes rocas alrededor. La corpulenta mujer realiza este y otros menesteres en el pozo cerrado, construido por la comunidad. La reserva de agua abastece a unas seis familias que viven alrededor en modestas casas distantes, mimetizadas entre el verdor imperante del lugar.

‘En el pozo se lava, se baña, se busca agua para cocinar, para echarle a los animales, para las plantas', menciona Gabriela sobre el uso que le da al líquido, que ahora fluye por medio de una llave incrustada en una pared.

El agua para tomar debe comprarse en las comunidades cercanas. ‘El ‘picop' taxi de un amigo nos cobra $30 por llenarnos el tanque. Si lo cuidamos, nos dura la semana; si no, hay que comprarlo dos veces', cuenta mientras suenan cubetazos de agua cayendo al piso. Los dos pequeños, Michael y Caroline, aprovechan para bañarse y jugar un poco con el líquido que ha caído dentro de los baldes y que se tiran sobre sus cuerpos con pequeñas vasijas recicladas.

Gabriela calcula que al mes gasta alrededor de $140 en agua. Le resulta una cifra significativa, ya que junto al transporte y la canasta básica ‘que está por las nubes', se puede decir que casi no le queda para nada. Ella es ama de casa, pero hace lo que le resulte, ‘desde costura hasta cocina. Hay una hija que trabaja en aseo, otra hace trabajitos de belleza, una trabaja en la lechería y mi papá es jubilado', relata.

Su hija menor, Yéssica Pimentel, que acomoda la ropa, es nadadora y practica su deporte en una piscina en Alcalde Díaz. Ha representado a Panamá Norte en torneos regionales y nacionales y al país, en Costa Rica. A sus siete años, su colección es de 26 medallas.

Gabriela sube la mirada con la esperanza de ver caer la lluvia. En su casa, su papá implementó un sistema casero para recolectar el agua. ‘La lluvia del techo se canaliza por unos tubos hasta unos tanques. Cuando se llenan, ponemos el motor y mandamos el agua a otro tanque más grande que reparte para toda la casa'. Solo de esta forma, o comprando agua afuera para llenar el tanque de reserva, sale el recurso hídrico de los grifos de la casa.

NO HAY RESPUESTAS NI PROMESAS

Los moradores recuerdan que hubo un acueducto rural en El Peñón. Funcionó ocho años, entre el 2000 y 2008, tenía capacidad de 40,000 galones de agua por minuto y abastecía a toda la comunidad, tres veces por semana. ‘Había una junta administradora de agua, la Junta de Acueducto Rural (JAR). Eso es una ley que está en la Constitución, en el artículo 401 de los Comités de Salud, que dice que cuando la población es menor de 500 habitantes, como nosotros, la regente para darle agua potable es el Ministerio de Salud (Minsa)', comenta el dirigente popular mientras ascendemos por algunas pendientes para visitar un pozo brocal que abastece a otras familias en la parte alta de la comunidad.

El agua de la reserva es verde y está llena de larvas. Esto se debe a que no está protegida. Alrededor también se desarrollan faenas domésticas, pero ahora no hay nadie cerca, pues la lluvia amenaza con caer. Lo mejor es regresar, pues el camino se enlodará, advierte Herrera.

Alejandro prosigue el relato del viejo acueducto mencionando que en 2009, durante el gobierno de Ricardo Martinelli, el terreno donde estaba este acueducto fue vendido sin explicación a la población.

‘Un señor compró el área donde está el ojo de agua y no ha habido manera de poder recuperarlo. Hay tres normas dentro de la Constitución, el Minsa y el Ministerio de Ambiente, que nos favorecen, pero no ha habido una autoridad que haga cumplir la ley', recalca.

El lugareño afirma que han acudido a diferentes autoridades y no hay respuestas. Además, por ser parte de la cuenca del Canal, fueron al Consejo Técnico de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), pero tampoco obtuvieron solución.

Reconoce que la responsabilidad primaria del abastecimiento de agua es del Minsa; no obstante, asegura que también han hablado con el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan) que les ha prometido incluirlos en sus proyectos, pero al final no pasa nada. ‘Los políticos no han resuelto el problema. No le ponen empeño. Es una desidia que hay en estas comunidades', critica mientras muestra en el horizonte el lago artificial de Las Cumbres. ‘Pero nada tiene que ver con nosotros', comenta resignado.

Cuando esta historia de abandono se agota, Alejandro interrumpe el silencio momentáneo dentro del vehículo y señala un enorme tanque de reserva de agua, a un lado del camino. ‘Este tanque de agua solo abastece a las tres familias que viven en esas casas'. Las viviendas lucen mucho más grandes y estructuradas que las que dejamos atrás en el resto del poblado.

Según Herrera, uno de los miembros de esas familias trabajaba en la Presidencia con el gobierno de Ricardo Martinelli. ‘Ellos hicieron una nota, se la llevaron a Presidencia y les construyeron el tanque que los carros cisterna abastecen con regularidad. Las tuberías que están usando son las que eran parte del comité de la JAR, del acueducto rural'.

Asegura que la JAR nunca fue consultada sobre este proyecto que dividió a la comunidad, porque engañaron a las personas pensando que iba a abastecer a todos y los pusieron a trabajar en el proyecto, que al final solo benefició a unos pocos.

Saliendo de la comunidad, cuando el panorama se tornaba más urbano, un carro cisterna apareció en la ruta hacia Las Cumbres, donde sí hay acueducto del Idaan. Seguramente el camión se dirigía a distribuir agua en aquel enorme tanque que dejamos tres minutos atrás, donde se leía ‘Propiedad de las familias Martínez, Cajar y Rodríguez', los únicos en El Peñón que tienen el agua 24/7, como dice aquella promesa.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus