Colón: ¿la capital de la muerte?

PANAMÁ. Nunca se pensó que pisar las calles de Colón fuera tan peligroso. Ni las autoridades panameñas se imaginaron que esto saldría ...

PANAMÁ. Nunca se pensó que pisar las calles de Colón fuera tan peligroso. Ni las autoridades panameñas se imaginaron que esto saldría a relucir en la Jornada Presidencial contra la Delincuencia Organizada, efectuada este fin de semana en Playa Bonita entre mandatarios de la región.

Las cifras que resultaron de la comparación de los informes no fueron nada halagadoras, es que la ciudad de Colón rebasó las estadísticas de homicidios de los países latinoamericanos.

Según el informe final, dado a conocer ayer por el ministro de Gobierno y justicia, Dilio Arcia, “la ciudad de Colón es la más violenta del hemisferio y desde luego de la República de Panamá”. Y ¿por qué? Simplemente superó la cantidad de homicidios de México. Mientras en Colón se reportaron en promedio 33 homicidios por cada 100 mil habitantes, en México hubo 27 homicidios.

Durante el 2008 hubo 652 homicidios a nivel nacional, de ellos 114 fueron en Colón. Arcia agregó que de acuerdo a los informes la violencia es consecuencia directa del pandillerismo, ligado a ajustes de cuentas y venganzas.

Mientras que el 80% de las muertes están relacionadas con las armas de fuego.

La situación alarmó a los estamentos de seguridad y sorprendió a las autoridades, pues incluso Bogotá, ha logrado reducir los índices de violencia, posesionándose como país menos riesgoso.

En un intento de justificar las cifras, el ministro Arcia dijo que la mayoría de esos crímenes estaban relacionados con la droga. “A pesar que Panamá no es productor de la droga se está convirtiendo en un país consumidor”.

Los estudios también revelan que en Panamá la mayoría de los privados de libertad actualmente están en edades de 30 años, y dos terceras partes de ellos confesaron haber iniciado a deliquir a los 12 años. Esto significa que los niños abandonan la escuela en edades de 12 años para formar parte de las pandillas. Las autoridades quieren atacar la raíz del problema, la deserción escolar que es considerada el primer síntoma de la delincuencia.

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